noviembre 22, 2024
Historias

Manchas de Refugiados

Por: Sofía Miragaya

“Sostuvo el sobre con la palabra urgente, con manos temblorosas lo hizo, manos tan frías, tan llenas de manchas de sol y de esos pliegues que dejan los años, manos como las de tantas mujeres de clase media.

“El hombre uniformado hubiera querido preguntarle a la dueña de esas manos si estaba bien, pero era obvio que no y que nada podía hacer por ella”.

Adentro de la guarida, una madre acuesta sobre una colcha en el suelo a su hijo tembloroso mientras extraña al robot respiratorio que calma el asma del pequeño. Más adentro, allá donde solo nos pueden llevar unas páginas, la madre recuerda un hombre borroso reclutado para el frente, un hombre que hacía a su hijo reír y había construido un columpio cercano a una casa azul.

Afuera, llueve hace dos días. La lluvia es ácida desde el desastre. ¿Cuál desastre? Aquel que prevén muchas de las distopías del siglo XXI, la crisis medioambiental que dejará al planeta sin aire puro, agua potable o tierras fértiles. Pero más allá de la alerta por el clima, subyace en la trama de Refugiados de Martha Acosta Álvarez una necesidad de rebeldía ante la opresión.

El Premio Calendario 2023 de Ciencia Ficción detalla a través de hilos de noticieros y posts de redes sociales una sociedad distópica en una reinvención moderna de 1984. La diferencia más notable es que tanto la madre como el niño o el hombre sin piernas que acabó baleado conocen desde el principio que han sido estafados.

“La voz electrónica de la inteligencia artificial daba los buenos días y el pronóstico meteorológico, luego las noticias sobre el avance de las labores de saneamiento y limpieza. Todo marchaba bien. Era cuestión de tiempo que volviera a la normalidad. Los ciudadanos debían resistir. El mensaje de esperanza, a fuerza de reiterarse cada día, había perdido efecto”.

Martha Acosta Álvarez es una escritora cubana graduada de Informática que cuenta con seis libros publicados y más de una decena de premios, entre ellos otro Premio Calendario, de narrativa, en el 2017 por Paraísos Perdidos, el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar en el 2018 y el Premio UNEAC de Cuento en el 2023. Su obra transcurre en una fantasía que roza en ocasiones el existencialismo y, en otras, acude a la ciencia ficción como mecanismo enajenante.

En Refugiados, los hombres y mujeres que son llamados por el título de la novela son aquellos que han sido dejados atrás. Siquiera se mencionan los nombres de dos personajes principales, la madre y el niño.

En paralelo, una nave y ciudadanos ordenados alfabéticamente según la cantidad de dinero en sus bolsas, la amplitud de su cerebro o la relevancia del cargo sobre sus hombros. Los hombres clasificados como tipo A pueden acceder a chicas de vinilo, plásticas e infladas, drogas y canciones rock para descansar de haber sido los elegidos para salvar la raza humana.

O, al menos, eso creen ellos en un principio. El punto de giro está dado cuando el hijo del primer ministro es capturado por un grupo de rebeldes dentro de la nave. Luchas por el poder ocurren en el espacio con los mismos rasgos distintivos con que las manifestaciones tienen lugar en las ciudades fuera del mundo ficticio.

La novela de Martha Acosta nos recordará que la ciencia ficción y, con ella el futuro, son un arma caliente. Los lectores no sabrán si el calor se debe a que acaba de ser disparada o, si acaso, aún estamos a tiempo de tumbar la pistola de las manos sudorosas que la sostienen. Las distopías, más que un reflejo exagerado de un sistema, se convierten en aceleradores del tiempo para un determinado camino.

Tanto los refugiados como los ciudadanos clase A viven de la nostalgia. Unos tan solo quisieran regresar a la Tierra, fuera cual fuera su estado. Otros, como una mujer que lleva la suerte de su hijo entre sus brazos manchados, buscan “un sitio donde no le disparen a la gente por decir lo que piensan”, aunque sepa que quizás solo exista en el recuerdo.

(En colaboración con la revista cultural El Caimán Barbudo)

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