Pedro Pablo Bernal Suárez tiene una dicotomía entre los deportes extremos y la música. Este joven estudia el tercer año en el conservatorio Amadeo Roldán, pero en las tardes es asiduo visitante del parque, sita en calle 31 esquina Paseo, Plaza de la Revolución. En ese lugar hace alrededor de tres meses busca la acción y la adrenalina mediante el skate, una modalidad de patinaje.
“Monto patines desde chiquito y después, por influencia de mis amigos, empecé en el mundo del skate. Aunque me gusta, me he mantenido por el embullo de ellos. Este deporte es una manera para liberar cualquier estrés o tensión. Me distrae y me entretiene”, cuenta el habanero de 18 años.
Pedro Pablo está consciente de que practica una disciplina peligrosa. En su breve paso por ella carga con las consecuencias de una nariz partida. “No me ha pasado más nada, pero sabes que en cualquier momento puedes romperte un brazo. Lo importante es desterrar el miedo y salir a la pista como si estuviese escuchando música”.
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El proyecto Entimbalao Skate es un espacio inclusivo, abierto a todas las edades. El que llegue y quiera pertenecer, lo puede hacer. “No hay una selección ni un pago. La constancia y participar en cada uno de los eventos que convocamos es lo que les da a los muchachos la condición de miembros”, comentó a Cuba Joven Francarlos Porras De la Guardia, director de la iniciativa.
Según el habanero de 39 años, licenciado en Informática, el objetivo de Entimbalao Skate es generar calidad de vida en los practicantes de deportes extremos de La Habana. En ese empeño también colabora Nery Rodríguez Morffi, diseñadora profesional, quien es otra de las coordinadoras y el enlace con el proyecto de patinaje Devel.
Entimbalao Skate surge para aportar atletas al sistema deportivo cubano en esa especialidad. Además, por la necesidad de atención del parque que hoy es sede de la actividad.
“Decidimos patrocinar el área y encauzarla a la práctica de este tipo de eventos. Priorizamos el entrenamiento completo de los jóvenes, para garantizar así la continuidad de los que se incorporen al alto rendimiento en el futuro”.
Porras De la Guardia dice que en la práctica de este deporte extremo hay altos niveles de riesgo, no obstante, en el proyecto se garantiza la seguridad a pesar de la escasez de los medios que necesitan.
“Por el bloqueo de Estados Unidos no podemos comprar en el mercado internacional rodilleras, cascos…pero si implementamos medidas de protección como tener localizados los policlínicos y hospitales cercanos. Igualmente, existe un sistema de aviso en el caso de accidentes para socorrer rápido a los lesionados. Siempre tratamos de minimizar los riesgos”.
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Hace poco Yan Jorge La Llave cumplió el sueño que tuvo desde niño cuando su mamá le compró un par de patines. A este pequeño de 11 años le gustan los riesgos, de hecho, quiere algún día ser bombero, aún más después de ver la valentía de aquellos que estuvieron en primera línea en los siniestros en el hotel Saratoga y la base de supertanqueros de Matanzas.
“En el proyecto me enseñaron a patinar y desde hace unos meses vengo casi todos los días. Vivo cerca, pero mi cuadra me aburro y aquí estoy tranquilo; me siento bien cuando llego a la pista. Me gustan los deportes, por eso practico voleibol, y los patines me ayudan con el equilibrio y la concentración”.
Por su parte, Rachel Díaz acaba de terminar el preuniversitario Arístides Viera, en Playa, y aunque tiene pensado estudiar restauración en la Universidad de San Gerónimo, el skate se ha convertido en su hobbie favorito. “Patino desde que estoy en la secundaria, pero este lugar lo encontré recientemente”.
Al patinar– aseguró la joven– se siente liberada. “Sales de la rutina y cuando haces algo que tú no acostumbras te sientes diferente. Es un sentimiento que crece, como si fuera rebeldía, pero controlada. A este parque vengo todos los viernes, sábados y domingos, desde las tres hasta las seis de la tarde”.
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Para el proyecto Entimbalao Skate son indispensables las alianzas con la dirección municipal del Instituto de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder). “Hemos establecido un puente para darle seguimiento metodológico a estos posibles atletas que hoy disfrutan de un espacio de recreación sana”, comentó Francarlos Porras De la Guardia, director de la iniciativa.
“Ese es uno de los aportes que tiene el trabajo que realizamos, pese a la escasez de implementos y algunas situaciones constructivas que inciden directamente en la práctica del deporte. Lo importante es que hemos sido constantes en el tiempo. El parque se ha mantenido abierto para los practicantes asiduos”.
Porras De la Guardia confesó que se sorprendió al investigar sobre la historia de este deporte y el Inder reconoció que por cuestiones económicas no ha podido invertir y dar seguimiento al desarrollo del skate en Cuba.
Respecto al tema comentó que existe la Federación de Patinaje “que agrupa especialidades afines. Es con la que contamos, porque sabemos que no se creará una federación específica para el skate, modalidad incluida en el programa olímpico.
“Teniendo en cuenta que nunca se ha hecho una selección para representar a Cuba en la categoría, precisamente, esa es una de las aspiraciones del proyecto. El skate lo merece porque es un deporte desarrollado por aficionados cubanos de varias generaciones. Hablamos de más de 15 años de práctica en el país”.
Según explicó el informático, en cada una de las disciplinas (skate, patines y BMX) no hay regionalismos, o sea, llegan desde varios puntos de La Habana y comparten el área, generándose una mezcla heterogénea entre los participantes.
“No es menos cierto que existen diferencias entre skates y patinadores, pero más que algún tipo de rivalidad deportiva es por el uso del espacio”.
Como el skate lleva un alto nivel de riesgo y los patinadores son más hábiles en cuanto al desplazamiento, se deben organizar las prácticas porque pueden ocurrir accidentes al cruzarse unos con otros.
“Los lunes el parque es para las bicicletas BMX. Los martes y jueves para los patinadores, y los miércoles y los viernes es para los skates. El sábado se realizan eventos deportivos y exposiciones, y los domingos se lo dejamos a las familias, en un ambiente más de barrio y menos deportivo, con bajos niveles de peligro dentro de las áreas. Con independencia de la cantidad de practicantes, se logra la inclusión y que todo funcione adecuadamente”.
