“Encuentra tu propósito” suena como el consejo definitivo para tener una vida plena. Pero para muchas personas, más que inspirador, se ha vuelto una fuente de ansiedad. ¿Cómo voy a encontrarlo y qué pasa si nunca lo hago? ¿Y si no sé por dónde empezar?
A eso se le llama ansiedad por el propósito: la sensación de que la vida de una persona debería tener un propósito global, pero no está claro cómo descubrirlo.
¿Qué es el propósito y por qué nos obsesiona?
La definición de propósito puede ser elástica. Puede ser algo grande y colectivo, o algo íntimo y personal. No tiene que implicar salvar el mundo: puede ser algo que te dé placer, sentido y dirección.
El psicólogo Todd Kashdan lo describe como una brújula que puede elegir seguir, ayudando a dirigir sus energías hacia un objetivo central de la vida. No necesitas tenerlo todo claro para vivir con sentido.
Un sentido del propósito puede ayudar a «cerrar la brecha entre lo que eres y lo que idealmente quieres llegar a ser», afirma. La gente puede llevar una vida satisfactoria y llena de sentido sin articular nunca un propósito, subraya.
¿Por qué buscarlo puede generar angustia?
Tener un sentido en la vida ayuda a la salud, aunque también puede generar angustia.
Hay muchas razones legítimas para que padres, profesores, mentores y toda una serie de gurús de internet aconsejen que encontrar un propósito es la clave de una buena vida. Las investigaciones han demostrado que las personas que tienen un sentido de la vida más fuerte suelen estar física y mentalmente más sanas. Pero el término ha adquirido tanto peso que para muchos encontrar un propósito se ha convertido en una fuente de angustia, frustración y sensación de fracaso.
El término «ansiedad de propósito» parece haber sido acuñado en 2014 por una estudiante de posgrado de la Universidad de Pensilvania, Larissa Rainey, y se puso de moda.
La autora Elizabeth Gilbert, por ejemplo, más conocida por sus memorias Comer, rezar, amar, lo llama “una obsesión malsana” con la idea de que nuestra vida debe tener un gran significado.
¿Y si los antiguos propósitos ya no funcionan?
Antes, la religión, la familia o el progreso generacional ofrecían sentido. Hoy, muchas de esas referencias se han desdibujado. Según la terapeuta Jody Day, ahora nos toca hacer lo más difícil: descubrir por nosotros mismos cómo encajamos en el universo.
Claves para aliviar la ansiedad por el propósito
- Tómate tu tiempo. No necesitas definirlo de inmediato.
- Conócete. Piensa en lo que te importa y cómo puedes impactar.
- Busca aficiones, trabajos y participación en la comunidad.
- Acepta el proceso. No saber también es parte del camino.
¿Propósito con “P” mayúscula o “p” minúscula?
Para Jordan Grumet, autor de The Purpose Code, hay dos formas de entender el propósito: el de “P” mayúscula, que es grande, ambicioso y muchas veces inalcanzable; y el de “p” minúscula, que puede encontrarse en lo cotidiano, en lo que te da alegría y sentido sin necesidad de cambiar el mundo.
Grumet propone enfocarse mejor en en pequeños propósitos con «p» minúscula y en actividades que algunos llamarían simplemente aficiones: la jardinería, cantar, coleccionar, ayudar en tu comunidad, compartir lo que sabes. Estas acciones no solo te iluminan por dentro, también pueden conectar con otros y crear comunidad.
«¿Qué podría hacer que me llenara y que fuera un buen uso de mi tiempo?», se pregunta Grumet. No se trata solo de superación personal. Cuando haces algo que te gusta, tu energía atrae a otros, y eso también puede ser propósito.
Ahora bien, no todos están de acuerdo en que las aficiones y las pasiones sean lo mismo que un propósito. Según Kashdan, leer libros no es un propósito en sí mismo, pero puede ser una herramienta para descubrirlo. «Son como semillas incipientes de, oye, puede que haya algo que quieras perseguir con más profundidad y más gravedad en tu vida».
(Con información de agencias)






