Imagina que recibes un ascenso, terminas una carrera o cumples una meta que te costó años lograr. Pero en lugar de sentir orgullo, algo te incomoda. ¿Te suena? Tal vez piensas: “Fue suerte”, “No soy tan buena como creen” o “En cualquier momento se dan cuenta de que no sé lo que hago”.
Si te identificas, podrías estar viviendo el síndrome del impostor, un fenómeno psicológico que hace que personas exitosas no logren reconocer sus logros y vivan con el miedo constante de ser descubiertas como “fraudes”.
¿Qué es el síndrome del impostor?
El término fue acuñado en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. Se refiere a la creencia persistente de que no somos lo suficientemente competentes, aunque haya pruebas claras de lo contrario.
Este síndrome afecta a personas de todos los ámbitos: estudiantes, profesionales, artistas, emprendedoras. No es un trastorno mental, pero sí puede tener consecuencias reales: baja autoestima, ansiedad, agotamiento y hasta evitar nuevas oportunidades por miedo a “no estar a la altura”.
¿Qué tipo de impostora eres?
1. La perfeccionista Si no sale perfecto, no vale. Aunque logres el 99% de tus metas, te enfocas en ese 1% que falló.
Consejo: Celebra el progreso, no la perfección. Equivocarse también es avanzar.
2. La genia natural Crees que todo debe salir bien a la primera. Si necesitas ayuda, lo ves como un fracaso.
Consejo: Aprender toma tiempo. El esfuerzo no te hace menos capaz, te hace más fuerte.
3. La experta Sientes que nunca sabes lo suficiente. Aunque tengas experiencia, temes que descubran que “no sabes nada”.
Consejo: Cambia el chip: no se trata de saberlo todo, sino de seguir aprendiendo.
4. La superhumana Te exiges al máximo en todo: trabajo, familia, salud, vida social. Si no rindes al 100%, crees que no mereces el éxito.
Consejo: Tu valor no depende de cuánto haces. Descansar también es crecer.
5. La solista Crees que pedir ayuda es señal de debilidad. Prefieres hacerlo todo sola.
Consejo: Pedir apoyo no te resta valor. Es inteligencia emocional.
¿Cómo reconciliarte con tus logros?
- Ponle nombre a lo que sientes. Reconocer el síndrome ya es un paso enorme.
- Habla con alguien de confianza. Compartirlo te da perspectiva.
- Haz una lista de tus logros. Léela cuando la autocrítica ataque.
- Acepta cumplidos sin justificarte. Di “gracias” y créetelo.
- Reescribe tu diálogo interno. Cambia el “tuve suerte” por “me preparé para esto”.
Eres el resultado de tu esfuerzo
La próxima vez que dudes de ti, recuerda: no estás sola. Incluso las personas que admiras han sentido lo mismo. El síndrome del impostor no significa que no seas capaz, sino que eres consciente. Pero no dejes que esa duda defina tu valor.
Llegaste hasta aquí por mérito propio. Y sí, mereces estar donde estás.
(Con información de agencias)






