julio 24, 2025
Recomendamos

¿Sientes que estás solo, aunque tengas gente alrededor? No eres el único.

La soledad no deseada  afecta a millones, puede aparecer incluso estando acompañado y tiene consecuencias profundas en la salud mental, emocional, física y social. Para su evaluación se emplean escalas como la Escala de soledad de la Universidad de California, que explora veinte ítems de aspectos relacionales y personales para detectar el grado de soledad y posibles causas. Recoge si la persona tiene relaciones significativas y a quién acudir para compartir, qué posibilidades percibe para la intimidad emocional, de vinculación, con quién hablar y sentirse verdaderamente comprendido; la sintonía y sentimiento de pertenencia a grupos de amigos y tener con quién compartir; percibirse como sociable y amistoso; y si existe timidez, sensación de rechazo, aislamiento o falta de compañía.

La Fundación ONCE indicó que, en el año 2024, uno de cada cinco adultos en España se sentía solo sin desearlo. En la población joven, ese porcentaje puede alcanzar el 35 % y entre quienes presentan problemas de salud mental llega al 50 %.

¿Qué tipos de soledad existen?

No toda soledad es igual. Existe una soledad deseada, agradable y elegida libremente, como puede ser la de quien se retira a meditar, y quien, con una personalidad más introvertida, desea y disfruta de ese tiempo a solas.

Sin embargo, hay soledades que generan malestar. La soledad social expresa una falta de integración en la comunidad; el aislamiento geográfico, que hace referencia a la distancia física con respecto a otras personas; la soledad psicológica, que surge cuando alguien queda atrapado en pensamientos autorreferenciales que refuerzan su desconexión; y la soledad emocional, que se caracteriza por la dificultad para compartir la intimidad y mostrarse auténtico ante otros. Cuando alguien siente que no tiene relaciones emocionales y de intimidad —ya sea de amistad o de pareja— podría denominarse soledad afectiva.

Puede hablarse de soledad existencial cuando hay una pérdida de sentido vital y una desintegración del yo y desconexión de uno mismo respecto de los demás. No obstante, hay una parte del yo que necesita de esta soledad existencial donde encuentra su autenticidad, la verdad sobre sí y la consecuente posibilidad de trascender, porque para salir hacia los demás es necesario estar dentro, y para darse es preciso tenerse.

¿Qué favorece llegar a la soledad no deseada?

Las personas cuyo mayor número de interacciones sociales son online tienen el doble de probabilidades de sufrir soledad si se compara con aquellos que se comunican principalmente de forma presencial. Este sentimiento también es más prominente entre quienes consumen pornografía con más frecuencia. Los abandonos por parte de personas de referencia, los hogares unipersonales, las dificultades relacionales y de habilidades sociales, la timidez, el mayor número de patologías médicas, los trastornos de salud mental, presentar alguna discapacidad y el uso problemático de tecnologías son otros factores individuales influyentes.

La propia persona y su vida diaria juegan un papel importante, ya que las decisiones, hábitos o renuncias, muchas veces no del todo conscientes, pueden agravar este sentimiento. Todo ello conforma un entorno propicio para el aislamiento, que puede derivar en consecuencias graves como el deterioro cognitivo, la depresión, la dependencia física, la pérdida de habilidades sociales, mayor presencia de autolesiones y suicidio, peor salud física y un aumento de la mortalidad. Estos efectos no solo son consecuencias, sino que también dificultan la salida de este estado. Reconocer este proceso nos anima a buscar el apoyo cuanto antes y a acompañar sin paternalismo, comprender sin justificar y ofrecer herramientas que permitan reconstruir los vínculos.

Ser protagonista: afrontar la soledad con identidad y responsabilidad

La soledad es un fenómeno estrechamente relacionado con la identidad personal, ya que afecta al modo en que una persona se reconoce, se valora y se vincula con el entorno. El ser humano es a la vez un ser único, con una soledad existencial originaria, y es relacional por naturaleza. Cultivar ese yo profundo, íntimo y auténtico es fundamental para vivir con sentido, que cada persona sea dueña de sí misma y disfrute de ese espacio de soledad íntima en el que se reconoce a sí misma como valiosa, digna, única y amada. A la vez es necesario promover y favorecer las relaciones que te interpelan y enriquecen: mi libertad se hace mayor gracias al encuentro con la tuya.

¿Y qué hago?
Si te preguntas qué puedes hacer para disminuir el riesgo de soledad en tu vida, aquí algunos tips rápidos:

  • Llama a un amigo en vez de solo mandar mensajes.
  • Visita a alguien o invita a tu casa.
  • Escucha y apoya a quien está cerca de ti.
  • Pide perdón, perdona, déjate perdonar. No te pierdas relaciones por orgullo o soberbia.
  • Da las gracias. Agradecer es percibir que te quieren, que eres amado.
  • Cuida tu mundo interior a través de la reflexión o la espiritualidad si te ayuda.
  • Mantén vivos los vínculos y relaciones familiares, de vecinos, laborales, etc.

Recuerda: la soledad no define quién eres. Puedes reconectar con otros y contigo mismo. El primer paso es reconocerla y actuar con cariño, sin culparte.

(Con información de agencias)

Autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *