septiembre 16, 2024
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“Mantengo siempre el ego a dieta”

Por: Sahily Tabares

Es consciente de que no se puede vivir sin los recuerdos. En su memoria emotiva conserva lo aprehendido para incorporarlo al yo-otro, sí, el del personaje. Saul, Vladimir, y ahora, Luis Manuel en la telenovela Renacer, forman parte de la vuelta atrás y de tener “los pies en la tierra” para observar, comprender inquietudes motivadoras sobre el conocimiento del ser humano propio y ajeno.

De ningún modo le bastan el carisma, el talento, los estudios, incorporar múltiples experiencias, la piel, el alma, y la conciencia de un padre, del trabajador rural o el delincuente, el popular actor Alejandro Cuervo necesita sentir las emociones intensamente para expresarlas de forma contenida o como lo requiera cada rol. Disfruta “el trabajo creativo”, lo manifestó donde conversamos. El encuentro transcurrió en la terraza de la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, pues “tengo una grabación en breve”.

Los desafíos actorales le proponen convites ingeniosos. Mereció los Premios de actuación Caricato, Adolfo Llauradó y Adria Santana, este último en el Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara y galardones que validan su popularidad. Nunca piensa: “he llegado”. Al decirlo transmite pasiones de certezas internas. Su gestualidad sugiere el ritmo del diálogo, este no admite el frío preguntar-responder, fluye mediante ideas, pensamientos e intereses, tal vez poco confesados durante la incesante curiosidad de públicos diversos.

Para el inquieto artista, lo determinante al aceptar la participación en cualquier equipo audiovisual es una buena historia. “En ella, el personaje, lo que dice y aporta a la sociedad. Debe ser diferente del anterior. Esto ha sido un proceso en mi vida profesional. Ha variado en distintas etapas y seguirá cambiando”.

Graduado de la Escuela Nacional de Arte y de la Academia de las Artes lleva “en el subconsciente al maestro Stanislavski. Incorporé saberes y vivencias, son útiles, necesarias. Vivo el personaje si las circunstancias están dadas, transmito su verdad; prefiero los negativos. Todo influye en cómo hacerlo. Cuando me propusieron a Luis Manuel en la telenovela Renacer había nacido mi primer hijo. Las emociones ayudaron al diseño de este padre que soy, amoroso, preocupado, tierno. Nunca preparo el personaje. Temo no coincidir con visiones de quienes escriben y dirigen”.

El gozo de los desafíos nunca cesa, admite. “Hace poco interpreté en el telefilme El Salto a un padre diferente a Luis Manuel. Recordé etapas de mi niñez. Este personaje cojeaba y, por azar, me pinché el mismo pie afectado; o sea, la casualidad propició hacerlo más creíble, la aproveché”.

Apenas la breve pausa y desliza una suave sonrisa antes de agregar: “La interrelación con otros actores y actrices es esencial. Trato de ajustarme durante el intercambio para mantener el equilibrio en la escena. Siempre necesito ser dirigido. Luis Manuel fue complejo. Grabamos en Cojímar y La Habana. Hubo sesiones largas, hice 15 o 16 escenas difíciles en una jornada. Tuve la guía de la directora todo el tiempo”.

Las emociones junto a los hijos enriquecen su pasión actoral. Foto: Cortesía del entrevistado.

Aprovecha cierto silencio personal momentáneo. Retoma satisfacciones antes no dichas: “Soy de San Luis, Pinar del Río, donde viví junto a la familia. Ellos se mantienen en el campo. Cultivo las raíces. Transmito esa fidelidad a mis hijos Bastian y Astón”. También la esposa, estomatóloga de profesión, es cómplice del afán.  

“Ningún personaje resulta pequeño”, advierte. Sabe dominar las dosis de intensidad o entrega. Le interesa ser el galán cuando tenga la oportunidad. Igual el actor de carácter. “Hago de bueno o de malo según las exigencias de la historia, del rol, me creo lo que hago, desde la perspectiva de la acción humana verdadera dirigida a un fin”.

¿Satisfecho?, indagamos. “Agradezco los elogios, y mantengo siempre el ego a dieta. Es un escudo protector. Acepto los riesgos, nunca me acomodo en la zona de confort. Durante la existencia varían los puntos de vista, el pensamiento. Esa transformación determina cada nuevo paso. Agradezco la propuesta de conducir el programa Entre tú y yo que me hizo su directora Sonia Castro. Debuté en una arista antes no explorada. Ese espacio incita al aprendizaje continuo, requiere mantener el nivel conversacional de respeto al invitado o la invitada sin interrupciones, siendo coherente, escuchando”.

Incansable, sincero, insiste en el estudio sistemático.

Los gajes adquiridos le exigen altas dosis de paciencia, “una vocación disfrutable. Junto a los jóvenes actores y actrices mantengo sencillez y humildad. Si lo desean les cuento sobre procesos al asumir personajes. Jamás digo, deben hacerlo así. El respeto, la consideración y la solidaridad del equipo se gana mediante los ejemplos personal y profesional”.

Para él, la necesidad de comunicar aflora en la naturaleza del hacer arte. “Tengo interés en producir una película como proyecto independiente. El guion será de Joel Monzón. El relato lo pensamos juntos a Gretel Cazón”.

De manera natural, sin artificios, defiende la ética y la estética, el don al darse al establecer relaciones dialógicas dinámicas. “Creo y trabajo para los públicos, sí, definitivamente”.

Transcurrió rápido el tiempo. Busca hallazgos sin abandonar la osadía de ser otro. El compromiso de actuar lo estimula siendo un artista pleno, creíble, auténtico.

(Tomado de Bohemia)

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