diciembre 8, 2025
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Malos hábitos que frenan tu éxito académico

Pasar noches en vela, comer mal y a deshoras o dejar el ejercicio físico para “cuando haya tiempo” son prácticas demasiado comunes entre la población universitaria. A los cambios propios de la juventud se suman factores que condicionan los hábitos: vivir lejos de la familia, ganar autonomía y responsabilidades, y la presión académica y social que lleva a priorizar el estudio, el ocio o el trabajo por encima del descanso, la alimentación saludable o la actividad física. Conductas que parecen inofensivas, pero que afectan tanto el rendimiento académico como la salud física y emocional.

Lejos de mejorar, los hábitos alimentarios universitarios han empeorado en las últimas décadas, alejándose del modelo saludable de la dieta mediterránea. Estudios de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) revelan que muchos estudiantes no cumplen con las recomendaciones de cereales integrales, legumbres, frutas, verduras y frutos secos, y en cambio abusan de carnes, grasas y dulces.

Esto provoca déficits de micronutrientes como vitamina E, zinc, ácido fólico, hierro, magnesio, potasio y vitaminas A y D. Aunque la mayoría mantiene un peso normal, el desequilibrio hacia grasas y proteínas en detrimento de los hidratos de carbono es evidente.

Cómo afecta a tu rendimiento

La mala alimentación no solo impacta en la salud, también en la capacidad de estudio. “Toda actividad intelectual requiere energía y micronutrientes que aseguren el buen funcionamiento del cerebro”, recuerda Iciar Astiasarán, catedrática de Nutrición.

Sandra de la Cruz Marcos, docente de la Universidad de Valladolid, insiste en que una dieta basada en frutas, verduras, pescado azul y frutos secos, junto con comidas regulares, mejora la retención y el desempeño académico. Por el contrario, abusar de ultraprocesados, azúcares y bebidas energéticas eleva el estrés, altera el sueño y afecta la concentración.

Sueño y alimentación: un círculo vicioso

Dormir poco y comer mal van de la mano. Una mala alimentación y horarios desfasados empeoran el descanso, mientras que dormir mal se asocia a peores elecciones alimentarias.

El descanso es memoria

Òscar Sans, neurofisiólogo clínico, recuerda que dormir bien en cantidad de horas y en caliudad no es un lujo: “Después de dormir somos capaces de recordar conceptos que no aparecían mientras estábamos despiertos. Dormir refuerza la memoria declarativa, la que fija información y significados”.

Un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid (2023) mostró que el 61,3 % de los estudiantes reconocía que rendiría mejor si durmiera más. La falta de sueño, especialmente en épocas de exámenes, se traduce en menor atención, memoria y aprendizaje.

Estrategias para mejorar el descanso

Según Germán Prados García, psicólogo de la Universidad de Granada, el insomnio ligado al estrés académico reduce la capacidad de aprendizaje. Propone estrategias simples y efectivas:

  • Mantener una rutina de sueño regular
  • Evitar pantallas y cafeína antes de dormir
  • Practicar relajación o mindfulness
  • Hacer pausas activas
  • Mantener hábitos saludables de alimentación y ejercicio

(Con información de El País)

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