septiembre 20, 2024
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“La actuación es lo único que me mueve”

Por: Marian Eugenia Serrano Estepa

Entre sus sueños de niño, no se encontraba la actuación. Ray Cruz prefería imaginarse buceando en las profundidades marinas o piloteando aviones. Sin embargo, su infancia transcurrió cerca de los escenarios. Viajó por toda Cuba junto a su madre, que integraba un grupo de pantomima llamado Yagruma, pero, durante esa etapa, la magia del teatro no logró llamar su atención.

La realización de sus sueños implicaba formar parte de las filas del Servicio Militar, algo que quería evitar a toda costa. Por eso, en la promoción de la Escuela de Instructores de Arte vio una oportunidad: quienes aprobaran las pruebas solamente pasarían dos meses de previa. Para su sorpresa, quedó entre los primeros seleccionados y comenzó su etapa de formación, donde descubrió el amor por las artes escénicas.

“Mientras estudiaba en la Escuela de Instructores de Arte, los profesores nos llevaban todos los viernes a ver obras de teatro, y luego participábamos en conversatorios con los actores. De esa forma, conocí a Tony Díaz, director de la compañía Rita Montaner, pero solo de vista. Cuando estudiaba tercer año de la carrera, yo vivía cerca de la Plaza de Carlos III, en Centro Habana, y en mi cuadra comenzaron a grabar una novela de época. El director de arte era Tony Díaz.

“En una ocasión me acerqué a saludarlo y me dijo: ‘Estoy buscando a un actor para la obra Muerte en el bosque, y tú puedes hacerlo’. El personaje era un transformista. A los dos días, me puse un vestido de mi mamá, me presenté al casting, y me dieron el papel. A partir de ese momento, llevé a la vez la escuela y las funciones en el grupo Rita Montaner. Allí comencé profesionalmente, pero no me pagaban porque era instructor de arte. Pasaron muchos años de trabajo para que pudiera recibir un salario como actor”.

Sobre las tablas, ha interpretado a múltiples personajes en obras como Huevos, Chicago, Plácido, y Fresa y Chocolate, en el grupo Mefisto Teatro. ¿Cuánto ha aportado en su formación integrar este elenco?

―Yo vivo enamorado de Mefisto Teatro, de hecho, actualmente continúo trabajando en la compañía. Gracias a Dios tengo mucho trabajo en la televisión, pero no dejo de hacer funciones. Me encanta y siempre tengo un sentido de pertenencia muy grande con el grupo y con Tony Díaz, que ya no está junto a nosotros, pero Heidy Villegas se encuentra en la dirección. Ella vino a ver el estreno de Fátima y me decía: “Ray, he visto tu superaciónˮ. Eso me hace muy feliz. Todo lo que soy se lo debo a Mefisto Teatro.

¿Cuál de las obras que mencionamos anteriormente lo ha marcado más en el ámbito personal?

―Huevos. Soy muy práctico y me aburro de las cosas fácilmente. La mayoría de las obras que he hecho no quisiera repetirlas porque me gusta pasar página. Por eso, estoy interpretando a Fátima con otra versión, hablando de las familias que se rompen. Sé que de aquí a muchos años, hablarán del tema en la historia de nuestro país.

¿Qué lo motiva del teatro que no encuentra en el cine o la televisión?

―En el cine y la televisión, los directores tienen la última palabra, y en el teatro la tiene el actor. Cuando se sube a las tablas, a menos que el director suspenda la función delante de los espectadores, cosa que no va a pasar, el actor puede cambiar el texto, ser su propia guía, quien decide hasta el último momento lo que va a pasar. En el teatro, el actor es el principal manipulador o titiritero de las emociones del público, y eso para mí es fundamental.

En el cine, ha participado en filmes como José Martí, el ojo del canario, Madrigal e Inocencia. ¿Cómo recuerda esas grabaciones?

―A mí me gusta mucho el cine, en especial porque es para un público más específico que en el caso de la televisión. Además, el cine queda para la posteridad. En Cuba, desgraciadamente se producen pocas películas, pero cuando se realizan filmes como José Martí, el ojo del canario, o Inocencia, que reflejan hechos importantes en la historia de nuestro país, me llena de orgullo pertenecer a esos elencos.

La música es otra de sus pasiones. ¿Cómo descubrió esa vocación?

Siempre me ha gustado la música. Asocio toda mi vida con ella. Un día estaba en un estudio con un grupo de amigos y dijimos: “¿Por qué no hacemos música en serio?ˮ. De pronto, grabamos un disco, luego un videoclip, recibimos cuatro premios Lucas, y pensamos: “Este puede ser un camino interesanteˮ. Éramos nuestros propios jefes, hacíamos lo que realmente nos gustaba, recorrimos toda Cuba. Después, cada cual tomó su rumbo, la mayoría se fue del país, yo me quedé y, desde entonces, he tenido mucho trabajo como actor.

“He realizado colaboraciones con Adrián Berazaín y Ronkalunga. Próximamente grabaré un tema junto a Ron con Cola, y es posible que haga otro con Jotabarrioz, pero en este momento no me interesa dedicarme. La música es como la libertad. Después de estar una hora y media sufriendo en escena, me relajo y vuelo por ahí a través de las canciones. Es un hobby bonito, pero no le concedo mucha importanciaˮ.

¿Por qué?

―Porque la actuación es lo único que me mueve. No sé hacer otra cosa. Enfoco toda mi energía en estudiar para actuar lo mejor posible. Hace unos días, vi un material de una psicóloga española que estudia el concepto de la suerte, y decía que la suerte no es más que la mezcla de la oportunidad con una buena preparación. Eso lo tengo como objetivo. Quiero estar preparado para cuando lleguen las oportunidades, que han llegado muchas, gracias a Dios.

A partir de su debut en la televisión, con la serie Adrenalina 360, el trabajo en este medio ha ocupado un papel importante en su carrera. Hemos disfrutado de su actuación en novelas y series como Playa Leonora; LCB, la otra guerra; y Tras la huella. ¿Qué es lo que más le gusta del trabajo frente a las cámaras?

―En la televisión me siento libre. Nunca he notado el cambio entre hacer teatro, cine o televisión. Este medio te coloca en la casa de las personas, te ofrece popularidad, y eso conlleva trabajo. Ahora quiero tomarme un año sabático de cine y televisión, para enfocarme solo en el teatro. Quiero llevar la obra Fátima por todo el país, pero también lo haré porque tengo muchos trabajos guardados que no se han transmitido todavía, con personajes muy complicados y fuertes. La televisión es un medio al cual le debo mucho.

¿Cómo se prepara para interpretar a un personaje?

―No paro de estudiar. Pienso que el estudio, como decía Martí, no ocupa lugar. Si voy a interpretar a un transformista, veo todos los documentales que pueda sobre el tema. Existen factores externos que me ayudan como cambiar la imagen completamente y escuchar música durante el proceso de construcción del personaje. Creo que las personas tienen un talento natural, pero el estudio y el trabajo hacen la diferencia.

En la pantalla chica, ha sido El Pescao en Teorema; Miguelito en Latidos compartidos; Manuel en Entrega; Roberto en Tan lejos y tan cerca; y ahora, Igor en El derecho de soñar. En la vida real, ¿a cuál de estos personajes se parece más Ray Cruz?

―Me parezco más a Manuel, en Entrega: un tipo que no es perfecto para nada, y que trata de ser bueno en lo que hace. Yo intento ser bueno en la actuación y no soy perfecto.

También resulta relevante su desempeño como conductor en numerosos espacios de la televisión cubana como Súmate a mi show, Canción Contigo y Pensando en 3D. ¿Qué disfruta más de ese trabajo?

Disfruto que soy como un personaje en cada uno de esos programas. En Súmate a mi show entrevisto a los mejores músicos del país. Me llena de orgullo entrevistar a gente por la que he aplaudido y llorado en conciertos. En Canción Contigo me sentía en Tropicana, en un escenario maravilloso y con unos trajes bellos. En Pensando en 3D soy yo con Yaremis Pérez. Somos íntimos amigos y nos queremos muchísimo. Vamos allí a conversar y a divertirnos. No sentimos las grabaciones como trabajo.

Ahora le diré unas palabras. Respóndame con una frase qué significa cada una para usted:

Teatro: Vida.

Cine: Eternidad.

Música: Pasión.

Televisión: Popularidad.

Familia: Todo.

Amigos: Únicos.

Público: Paz.

Cuba: Todo también. Para mí es muy importante.

En julio de 2021, llegó a las pantallas la serie Al habla con los muertos. ¿Cómo fue el proceso de realización?

―Fue una fiesta. Es lo único que yo haría toda la vida. Hace un mes terminamos de grabar la segunda temporada. Tuvimos 42 llamados para filmar en días consecutivos; grabamos desde las cinco de la mañana hasta las seis de la tarde; y solo descansamos los domingos, pero la pasamos tan bien. Para mí Al habla con los muertos es de las cosas más lindas que me han pasado.

Luego del estreno de la serie, usted manifestó, en sus cuentas en redes sociales, su preocupación y tristeza ante las reacciones de espectadores que malinterpretaron el mensaje y el concepto del material. ¿Cómo pudo lidiar con esos comentarios negativos?

―Realmente fue un impulso. Los seres humanos somos de impulsos, y yo soy de mecha corta. Después me di cuenta de que todos estaban pasando por un momento complicado. Me causa gracia que, años después, en la calle nadie me llama “Manuelˮ ni “El Pescaoˮ. Todos me dicen “Miguelitoˮ; me preguntan por Yaremis y por cuándo saldrá la segunda temporada de Al habla con los muertos.

Actualmente, disfrutamos de su actuación en la telenovela cubana El derecho de soñar. ¿Qué representa para usted formar parte de este proyecto?

―Es una novela que quedará para la historia e integrarla significa que en el futuro recuerden que se hizo una novela llamada El derecho de soñar por los cien años de la radio. Mi personaje se está desarrollando poco a poco, pero es brutal, lleno de cosas buenas y malas. La gente me pregunta: “¿Qué le hace él a ella?ˮ. Hay que esperar, pero el personaje es maravilloso porque ama a su familia, sin embargo, tiene un lado oscuro que no ha sacado todavía.

Alguna anécdota de las grabaciones de la novela que quiera compartir.

―Durante las grabaciones la pasamos muy bien, independientemente de las dificultades productivas que tenemos, donde debemos hacer muchas escenas al día; la alimentación quizás no sea la adecuada; donde el transporte te va a buscar a las cinco de la mañana y aunque termines a las dos de la tarde tienes que quedarte hasta las siete de la noche en el set.

“Los actores cubanos lidiamos con esos problemas en todas las producciones. Eso lacera el trabajo porque uno a veces filma cansado las escenas, luego de esperar muchas horas a que llegue el momento de actuar. Son cosas que pocas personas saben, pero que afectan nuestro trabajo. Por eso, digo que los actores cubanos somos muy buenos porque, con todas esas dificultades, poder sacar un producto que por lo menos sea digno, es un gran logroˮ.

Foto: Tomada de Tribuna de La Habana

Durante el mes de agosto y hasta inicios de septiembre de 2023, se encuentra presentando la obra Fátima y el Parque de la Fraternidad, pero no es la primera vez que interpreta a este personaje…

―En marzo de 2022, interpreté al personaje de Fátima, en una puesta en escena dirigida por Ulyk Anello, con un texto versionado por él, basado en la novela Fátima o El Parque de la Fraternidad, de Miguel Barnet. Luego de una temporada exitosa, Ulyk y yo decidimos distanciar el trabajo por situaciones personales. Comencé a presentar la obra Kilómetro 0, Barnet fue al estreno y me dijo: “¿Qué pasa con Fátima?ˮ, y le respondí: “Ulyk se fue del país y no me dejó los derechos para presentar la obraˮ. Barnet me dijo: “No, Fátima es tuya y puedes hacer con el personaje lo que quieras. Yo te cedo los derechos de una versiónˮ, y así fue.

“Lo conversé con Claudia Zaldívar, mi esposa, y montamos la obra en un mes. Cuando hablé con el director de la Sala Adolfo Llauradó no teníamos ni una escena montada, pero acordamos la fecha, del 11 de agosto al 3 de septiembre. Empezamos a trabajar en un montaje totalmente nuevo, sobre el mismo texto de Barnet, pero profundizando en muchísimos temas en cuanto a lo cubano, a nuestra idiosincrasia.

“Hasta el momento, hemos presentado tres funciones, con setenta personas más de las que caben en la sala. Ha sido muy bonito y me siento feliz. Por eso, voy a dedicarle uno o dos años a Fátima, sin hacer nada más, a menos que sea un proyecto que no pueda evitar, pero por ahora quiero que toda Cuba sepa quién es Fátima. Por suerte, la obra ha contado con una buena promoción. La venta de las entradas se realiza a partir de las tres de la tarde, y desde las seis de la mañana hay gente afuera de la sala para comprarlas. Estar en el medio de todo eso me provoca mucha satisfacción.

Con la presentación de esta obra, su esposa, Claudia Zaldívar, realiza su debut como directora teatral. ¿Cómo ha sido el trabajo junto a ella?

―Muy bien porque nosotros nos respetamos mucho y tenemos las cosas claras. A pesar de las diferencias y de la dificultad de trabajar conmigo, porque a veces me resulta complicado expresar lo que llevo adentro, ella ha sido muy paciente y se lo agradezco. Siempre tuvimos claro que íbamos a trabajar en función de la puesta en escena. He tenido que ceder autoridad y confiar.

¿Qué nuevos rasgos encontrará el público en esta Fátima?

―Esta es una Fátima oscura. La otra obra era más una comedia, se pasaba muy bien, y ahora sucede así hasta un punto. Luego no se pasa nada bien. Ese es mi objetivo, que las personas se vayan a casa pensando en la problemática de la obra.

“Comentaba con Barnet, en el estreno, que no hay nada más decepcionante para una persona que mirarse al espejo y no gustarse como es. Fátima es un hombre que se mira al espejo, quiere ser una mujer y no puede. Eso crea un trauma muy fuerte, y aun así, ser optimista y esperar un momento lindo en la vida es una lecciónˮ.

¿Cuánto hay de usted en ese personaje?

―Hay mucho. Soy desenfadado y Fátima también. Ella es muy luchadora como yo. Compartimos esos rasgos. El último texto de la obra dice: “Fátima no se rinde. Fátima es inmortalˮ. Yo no me rindo y nunca lo haré. Siempre que pueda avanzar, desde el pedacito que me toca, voy a intentar hacerlo con todas mis fuerzas.

(Tomado de Tribuna de La Habana)

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