Cada uno es distinto a la hora de afrontar los conflictos. Hay personas que prefieren optar por no discutir y tratan de evitar un enfrentamiento.
En nuestro día a día siempre tenemos que lidiar con conflictos, ya sea en el trabajo, en casa, con la pareja, con amigos o incluso con desconocidos. Cierto es que, muchas veces son incómodos, pero algunos son necesarios y claves para construir relaciones sanas.
Hay personas que prefieren mantenerse en silencio antes que discutir y tratan de evitar cualquier tipo de enfrentamiento por miedo al rechazo y reacción al otro. Pero esta actitud, puede hablar mucho de tu personalidad o comportamiento.
La mayoría de los que evitan el conflicto a toda costa suelen tener un alto nivel de sensibilidad hacia las emociones negativas, tanto propias como ajenas. Esta actitud puede deberse a varios factores.
1. Necesidad de estabilidad emocional
Valoran profundamente la paz y la armonía. Crecieron, en la mayoría de los casos, en entornos conflictivos, lo que les llevó a desarrollar un rechazo automático hacia cualquier tipo de enfrentamiento.
2. Temor a perder el control
El miedo a decir algo inapropiado, a herir a otros o incluso a desbordarse emocionalmente hace que prefieran no expresar su opinión. En el fondo, existe una sensación de inseguridad respecto a su capacidad para gestionar esas situaciones.
3. Deseo de agradar
Muchas de estas personas tiene una fuerte necesidad por ser aceptadas y aprobadas. Temen decepcionar o incomodar a los demás, lo que los lleva a sacrificar sus propias necesidades o ideas para evitar cualquier tensión.
Consecuencias emocionales y las claves para superarlo
Mantener este patrón durante cierto tiempo puede ser perjudicial. Algunas de las consecuencias más comunes son:
- Acumulación de frustración y resentimiento
- Baja autoestima al sentir que su voz no tiene valor
- Dificultades en relaciones personales por falta de autenticidad
- Aumento del estrés y la ansiedad
- Sensación de que eres invisible o emocionalmente agotada por vivir en un constante modo de evitación
Para salir de ello se requiere: autoconocimiento, práctica y paciencia. Estas son algunas de las herramientas y estrategias recomendadas por los psicólogos:
- Identificar el origen del miedo: entender el porqué es el primer paso para cambiar el cómo.
- Cuestionar pensamientos automáticos: suele haber reflexiones como «si digo lo que pienso, me dejarán de querer» o «no puedo contrariar a los demás». Detectar y reestructurar estos pensamientos es clave para construir una identidad más auténtica.
- Entrenar la asertividad: aprender a expresar opiniones y emociones sin agresividad ni sumisión.
- Respiración y técnicas de relajación: la respiración profunda, la meditación o el mindfulness pueden ayudar a mantener la calma en situaciones tensas.
Pero, lo más importante es entender que el conflicto también construye. De hecho, muchos vínculos se fortalecen cuando se atraviesan momentos de tensión y se logran resolver desde el entendimiento mutuo. Esto permite ganar más madurez y tener menos temor.
La clave principal está en construir una comunicación auténtica y segura, donde las diferencias no sean sinónimo de peligro, sino de crecimiento compartido.
(Con información de agencias)