noviembre 22, 2024
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Del Ariguanabo, un joven de ciencia y virtud

Por: Alejandro Lóriga Santos

Javier Yraola Rodríguez no sabe de imposibles: ha dedicado gran parte de su juventud a la investigación como geógrafo apasionado por las cuevas, la cartografía, los depósitos paleontológicos y los murciélagos.

Natural de San Antonio de los Baños, es ejemplo de la labor educativa y comunitaria que desde hace años se realiza a favor del medio ambiente y del tesoro natural que prestigia este municipio artemiseño.

Todavía es un acertijo descifrar cómo logra hacer tanto en 24 horas; unos sabemos que la pasión no entiende de horarios, ni de límites, pero él prefiere aprovechar todo cuánto se le ponga de frente para aportar a la Geografía Cubana y así crecer en una profesión que exige preparación física, voluntad y disposición. Es su manera de retribuir a reconocidos investigadores de estos lares, como “el cuarto descubridor de Cuba”, el destacado alquizareño Antonio Núñez Jiménez.

“El río Ariguanabo ocupa un lugar especial en mi porque me vio crecer. Hoy estoy de alguna manera devolviendo a todos, esos momentos de alegría, de amistades y de juventud en sus alrededores”, asegura Javier.

“La Fundación Ariguanabo vino para fortalecer el trabajo ambiental en San Antonio y ojalá sea una experiencia que se expanda por toda Cuba. Hace un enorme esfuerzo por conservar y tratar de transformar las condiciones de nuestro río, de su bosque, y del entorno.

“Por su parte el grupo espeleológico del mismo nombre es mi segunda casa, a donde no me canso de regresar una y otra vez. Mis mil jornadas montunas han sido con sus integrantes y amigos de batalla. Es aprendizaje, aventura y hasta dificultades pero reconforta saber que lo hacemos y que seguimos desandando esos montes.

Semanas atrás el también Máster en ciencias Javier Yraola Rodríguez recibió el Premio Joven del Año “Yanet Carbó”, que otorga la Junta Directiva de la Sociedad Espeleológica de Cuba por sus aportes investigativos y el empeño en el quehacer científico.

En esa indetenible labor destacan los espacios concebidos por Javier y sus compañeros para compartir con los más pequeños del hogar. Enseñar haciendo, y descubrir las particularidades de todo lo que naturalmente nos rodea, ha sido filosofía para el trabajo comunitario.

“Los niños de los grupos ecológicos y ambientalistas son una bendición. Me han sacado los colores varias veces. Las preguntas más difíciles que me han hecho, las formularon niños.

“La inquietud, el pensamiento, los deseos de conocer, de saber, de ver cosas y de que se les explique lo que están viendo, ha puesto los retos grandes en mi carrera profesional, asegura.

“A todo ese esfuerzo se suman las horas en la Facultad de Geografía de la Universidad de La Habana, donde tengo la satisfacción de formar y ver crecer a nuevos geógrafos e investigadores. En tanto, dedicar tiempo a escribir artículos científicos, algo que disfruto mucho, favorece el éxito de todas las misiones anteriores con un pensamiento crítico”.

Las aspiraciones de Javier están bien escritas sobre las piedras: concluir el proceso doctoral es una entre tantas. Su interés considera que será en la línea de investigación relacionada con el medio ambiente cárcico. Asimismo reconoce que la geografía cubana tiene metas por cumplir. En ese sentido la investigación, la visualización de los resultados y el trabajo en conjunto es vital para trascender.

“Los retos de los geógrafos cubanos en la actualidad aparecen a diario. Hay muchas barreras que cruzar, muchos impedimentos que tenemos en estos momentos que han incidido en la velocidad de las investigaciones que espero que poco a poco se puedan ir saltando”.

El compromiso con una ciencia que no es exacta pero si fascinante, la integración social y el aporte desde la mirada joven, son rasgos que definen al ariguanabense Javier Yraola Rodríguez. Quienes tengan el placer de compartir esas jornadas montunas o disfrutar de una conferencia en clases, sabrán del alto grado de intelecto y la bravura de este artemiseño. Y si alguien tiene dudas basta con preguntarle a las piedras; ellas son testigo.

(Tomado de El Artemiseño)

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