septiembre 20, 2024
Recomendamos

De la TV: el bullying es ¿cosa de muchachos?

Por: Giusette León García

El espacio Una calle, mil caminos, que transmite el canal Cubavisión, estrenó recientemente un telefilme más que oportuno, necesario. ¿El tema? El acoso escolar.

Desde el título, Cosas de muchachos, una frase que los adultos usamos tantas veces sin reparar siquiera en el conflicto al que nos referimos, sentí que el audiovisual hablaría especialmente con nosotros, padres y madres, familia en general y también con los profesores y directivos de las escuelas.

¿Es un producto para los adolescentes o más bien para los adultos que los acompañamos? Fue una de las preguntas que accedió amablemente a responder vía Whatsapp el director del audiovisual, Alain Finalé:

—Es un producto para ambos. Es para la víctima: para que sepa que no está solo o sola, que hay más personas en esa situación y que sí hay solución para su problema, porque en algunos casos extremos se puede llegar hasta el suicidio cuando piensan que no tienen salida. Es un producto para el abusador: para decirle que lo que está haciendo está mal, que no tiene porque seguir reproduciendo el ciclo de la violencia; y es también un producto para la familia, tanto de la víctima como del abusador, del maltratador. Es una propuesta que apunta a diferentes públicos, es también para la institución, para el maestro, la maestra, el personal que tiene que ver con los niños en la escuela, para el Ministerio de Educación, es un material que intenta que a cada cual desde su posición le sirva para algo, lo use como mejor puedaˮ.

Rodaje de Cosas de muchachos. Foto: Alain Finalé/Facebook.

En la parte introductoria del propio programa, la guionista, Lil Romero, apuntó que la idea del tema a tratar vino de ti ¿qué te despertó ese interés?

—De pequeño yo era un niño medio retraído, leía mucho y, de cierta manera, sufrí los efectos del bullying escolar. Por otro lado, soy psicólogo de formación y enseguida que entré a la Facultad de Psicología me fui acercando al tema de manera más sistemática, desde la teoría. Me parece que este es un asunto al que habría que darle más visibilidad, prestarle más atención y, además, yo quería hacer un teleplay donde pudiera construir la historia de cero, no quería encontrarme con un guion ya escrito. No hacemos tantos teleplay, en realidad son bastante pocos, entonces cuando logramos hacer uno, que sirva para tratar de incidir sobre un problema que amerite todo ese esfuerzo para lograr un resultado.

Además de tu formación como psicólogo ¿contaron con la asesoría de otros especialistas?

—Delys Fernández, que es la asesora del programa y es psicóloga, fue la primera ayuda desde el momento mismo de la construcción del teleplay, nosotros fuimos juntos a la casa de Lil Romero, nos sentamos con ella, hicimos varias sesiones de trabajo… Nos propusimos que se vieran diferentes tipos de bullying en una misma historia, para tratar de abarcar con un poquito más de amplitud el problema y no centrarnos solamente en un tipo de acoso y desde ahí ya empezó la asesoría, porque Dely sí se ha desempeñado como psicóloga durante muchos años. Luego, queríamos que esto lo viera alguien más cercano al trabajo con adolescentes, entonces se lo mandamos a Roxanne Castellanos. Su ayuda fue fundamental, porque ella tiene mucha experiencia en la práctica en el trabajo con adolescentes, además es una persona muy centrada y muy efectiva en lo que hace.

Delys Fernández, asesora, junto al director Alain Finalé. Foto: Tomada del Facebook del entrevistado.

Definitivamente, el teleplay logró visibilizar varias aristas del tema, pero ¿cuánto se quedó en el tintero?

—Se quedó mucho, claro, el bullying es un fenómeno muy complejo, porque tiene muchas aristas que estudiar: qué es lo que pasa con la víctima, qué pasa con el abusador, pues los niños y niñas abusadores no son malas personas, no nacieron así, generalmente la violencia es un ciclo, esos niños abusadores seguramente vienen de familias disfuncionales, son también víctimas de violencia en su entorno familiar o son niños maltratados, obviados. No quiere decir que siempre sea así, pero es muy probable que estén reproduciendo la violencia que viven y eso es un elemento a tratar, porque ellos también necesitan ayuda.

“Otra arista sería, por ejemplo, trabajar de cerca con los maestros, o sea, cómo hacer que descubran las señales, cómo entrenarlos, porque a lo mejor están preparados para impartir su clase, pero no para enfrentar este tipo de situaciones, no estan al tanto de cuáles son las soluciones que se manejan a nivel teórico internacionalmente. Este teleplay solo es una pincelada, es un punto, pero obviamente hay mucho todavía para tratar en este temaˮ.

¿Han tenido alguna retroalimentación del público, especialmente de los adolescentes y los adultos que participan en su formación?

—Retroalimentación hemos tenido bastante. La primera fue de los muchachos y las muchachas de la escuela Jorge Luis Aruñada, de Nuevo Vedado, que estuvieron ahí trabajando con nosotros durante su semana de receso de abril, fueron los extras. Aquello a mí me asombró, porque pensaba que no iba a ir un niño, sin embargo, permanecieron durante todos los días colaborando de la mejor manera. Ellos fueron nuestra primera retroalimentacion: les gustaba lo que estaban viendo, las escenas, después hicimos una premier en dos funciones, porque yo quería que pudieran ir todos los niños y niñas que participaron y les encantó, incluso con los actores, que son jóvenes, tuvimos retroalimentación.

Rodaje de Cosas de muchachos. Foto: Jorge Luis Rodríguez/Facebook.

¿Y en las redes sociales?

—En las redes sociales, hasta ahora no me he encontrado ninguna opinión negativa. Hay una reacción importante de padres que tienen hijos en esa situación y que escriben emocionados, agradecidos de que ese tema se visibilice, se le de un espacio en la televisión. Esa retroalimentación ha sido muy interesante.

Parafraseando un poco el título del espacio en que se exhibió el telefilmes, de los mil caminos por los que se podía llevar el conflicto, ustedes escogieron quizás el más pacífico…

—Yo creo que una de las cosas que más gusta es la manera en que se solucionó el conflicto, el desenlace de la historia, donde no quisimos que fuera “tú me das y yo te doyˮ, aprendo a defenderme y si tú me das una galleta, te doy otra, esa no podía ser la solución. La solución tenía que ser que el resto de los niños, los maestros, supieran lo que estaba pasando, o sea, denunciar para que ese abusador sintiera que lo que estaba haciendo estaba mal, ponerlo en evidencia y que el resto de los muchachos colaborara y se decidieran también a no ser cómplices de la violencia, ese era nuestro objetivo fundamental, que la solución pasara por la concientización del público.

“Pienso que la única o una de las maneras más efectivas de lidiar con el bullying escolar, que los muchachos acosados, que son víctimas, sientan que tienen que ser más valientes, que tienen que enfrentar la situación, pero no hacerlo desde la misma violencia, no puede ser ojo por ojo, que se entienda que la solución es incluir al resto de sus compañeros, a los profesores, a la familia, que todo el mundo sepa lo que está pasando y no les rían la gracia a los abusadoresˮ.

Parte del equipo que trabajó en Cosas de muchachos. Foto: Alain Finalé/Facebook

Has comentado el apoyo de secundaria capitalina donde se rodó el teleplay y el acompañamiento del MINED ¿Existe algún plan de llevarlo a debate en otras escuelas del país?

—No sé si habrá algún proyecto así, pero por lo menos la directora de la escuela me lo está pidiendo porque quiere ponérselo a todos los estudiantes. Sería ideal que el Ministerio de Educación decida distribuirlo y que eso genere un debate sobre el asunto, que en última instancia sería cerrar realmente el objetivo del audiovisual, que genere un debate a nivel institucional y que en las escuelas las víctimas y los acosadores se vean envueltos en ese debate, que se visibilice el tema a nivel nacional.

¿Qué retos te impuso y cuáles satisfacciones te ha dejado Cosa de muchachos?

—Retos, sí, a nivel profesional, pues yo hacia 15 o 20 años que no realizaba ningún dramatizado. Había hecho Río Verde, junto a Omar Alí, que fue mi ópera prima y luego El cuento chino, pero sentía que me faltaba experiencia, sobre todo en la dirección de actores, que no es nada sencillo, es bastante complejo y, por supuesto, tenía que ponerme al tanto de todo lo que era la puesta en escena, digamos llevar toda esa información que está en el guion a un producto audiovisual adecuado, pero fue interesante, por suerte ahí tuve la ayuda de Yaremis Pérez, que me ayudó muchísimo con el casting y con la dirección de actores, aprendí de nuevo, o sea, a nivel profesional para mí fue espectacular.

“Me ha dejado muchas satisfacciones, sobre todo esto de que sí puedo hacerlo, puedo enfrentar un dramatizado y siento que tengo las herramientas para llevarlo a cabo, esas son de las mejores satisfacciones, uno dice ¿Cómo me quedará esto? ¿Lograré hacerlo bien? ¿Lograré hacerlo siquiera? Y mira, salió, logré armar un equipo alrededor mío que me acompañó de la mejor manera posible, gente muy profesional, sobre todo logramos crear un ambiente de trabajo espectacular, lo cual es difícil hoy en día, y fue muy rico, fue una experiencia muy satisfactoria, donde todo el mundo hizo lo mejor que pudo para buscar soluciones, a pesar de todos los inconvenientes que existen en este momento para hacer un audiovisual, pero se encontraron soluciones creativas y me queda esa satisfacción de que se hizo un trabajo bonito, profesional y también me abrió puertas hacia otros proyectos que todavía no puedo comentar. Para mí fue, digamos, subir un escalón en mi desarrollo profesional como realizadorˮ.

Rodaje de Cosas de muchachos. Foto: Alain Finalé/Facebook.

En Cosa de muchachos también actúas, cuéntame sobre esa experiencia y si te atreverías con personajes más complejos.

—A mí me encanta actuar. No tengo ninguna formación como actor, ni experiencia siquiera, pero me gusta. ¿Si me atrevería con personajes más complejos? Yo creo que sí, si tuviera el acompañamiento de alguien que me entrenara, que me dirigiera, que me ayudara con eso, me enseñara, yo estoy dispuesto a aprender y hacerlo. Ahora no tengo ningún plan, pero si aparece la oportunidad, claro que me atrevería. Aquí en este teleplay, como era un papel pequeño, pensé, bueno, este es el mejor momento para probar. Igual estaba Yaremis ahí conmigo y le dije: si lo ves muy mal me dices y buscamos otra gente, pero creo que salió bastante bien.

Rodaje de Cosas de muchachos. Foto: Alain Finalé/Facebook.

¿Qué nuevos proyectos te ocupan ahora mismo?

—Ahora estoy trabajando en La Majomía, un programa que me gusta mucho, que disfruto sobremanera, porque es el tipo de televisión que me gusta hacer: lo más informal posible, desenfadado, relajado, yo creo que nuestra televisión padece de un formalismo excesivo en casi todos sus programas, es demasiado pacata y formal, creo que no le viene mal un poco de desenfado. ¿Que hay gente que no le gusta? Bueno, pero hay otras que sí. La Majomía está creciendo como programa y hemos tenido músicos espectaculares, de la talla de Beatriz Márquez, Dayron Ortiz, Vania Borges con Emilio Vega, o sea, acabamos de empezar y hemos tenido consagrados y también gente joven que han pasado por allí, el programa creo que va cogiendo su rumbo.

En video, el tráiler de Cosas de muchachos

(Tomado de CubaSí)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

2 × 4 =