Cuba vive hoy una jornada de duelo y homenaje, al conmemorarse el aniversario 154 del fusilamiento de ocho estudiantes de Medicina, perpetrado por las autoridades de España y considerado uno de los hechos más lúgubres de la historia nacional.
Cada año, miles de jóvenes peregrinan desde la escalinata de la Universidad de La Habana hasta el Memorial Mausoleo de La Punta, donde fueron asesinados, para rendirles tributo y convocar a recordar siempre el 27 de noviembre de 1871.
Fue en ese día, apenas tres años después del inicio de las guerras de independencia en la Isla, cuando el colonialismo español mostró lo más cutre de su entraña al segar la vida de ocho jóvenes y enlutar así al país.
Acusados de profanar la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón, fueron condenados a muerte Alonso Álvarez de la Campa, Anacleto Bermúdez y Piñera, Ángel Laborde y Perera, Carlos Verdugo y Martínez, Carlos Augusto de la Torre y Madrigal, Eladio González y Toledo, José de Marcos y Medina, y Juan Pascual Rodríguez Pérez.
También, a 11 alumnos les impusieron seis años de prisión, a 24 años y a otros 26 meses.
Según diversos historiadores, el juicio y fusilamiento de los estudiantes resultó la principal acción contra la población civil, con el propósito de reprimir el apoyo en La Habana al Ejército Libertador, que entonces mantenía en jaque a las tropas españolas.
En la historiografía cubana abundan referencias al proceso judicial —considerado fraudulento o amañado—, la aplicación de las condenas, la reacción popular y posteriores investigaciones.
Entre tantas, destaca que el ciudadano español Fernando de Castañón, hijo menor del periodista, viajó a La Habana, visitó la tumba de su padre y aseguró que no fue dañada. Su declaración expuso la miserable naturaleza de los promotores y autores del juicio (incluidos cubanos alistados en el grupo Voluntarios de La Habana), aumentó el luto de familiares y amigos, y selló la inocencia de los jóvenes.
La evocación de aquel 27 de noviembre de 1871 no solo vive en las peregrinaciones y homenajes, sino también en el cine. Una muestra es la película cubana Inocencia, dirigida por Alejandro Gil, que recrea con rigor histórico y sensibilidad este hecho. La cinta trata de saldar una deuda con el acontecimiento más terrible y sensible del siglo XIX cubano, y además busca llamar la atención sobre aspectos que subyacen en la trama y que tienen que ver con presupuestos ideológicos y conceptuales que dialogan con la contemporaneidad. Su visionado constituye una invitación a profundizar sobre el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, comprender mejor sus circunstancias y mantener viva la memoria de quienes fueron injustamente arrancados de la vida.
(Con información de Cuba Sí)






