D´Brujas y SANEM son dos emprendimientos dedicados al desarrollo de la cosmética artesanal. Los primeros son pioneros en ese campo en Cuba. Los segundos comenzaron en 2021 el camino de desafíos y descubrimientos que implica dedicarse a un área de trabajo relativamente joven para el sector privado nacional.
Después de tres años estudiando por su cuenta, en 2013 Sandra Lídice Aldama decide poner manos a la obra y llevar a la práctica el interés por la cosmética inculcado por su abuela paterna (dueña de una perfumería antes de 1959). Así nace D´Brujas, negocio que en un principio solo se dedicó a la fabricación de jabones artesanales.
A medida que el emprendimiento avanzaba, su creadora comenzó a pasar cursos online, impulsada por el afán de superación que recientemente la llevó a obtener el Diploma de Formulación Orgánica desde otro país.
“Lo que comenzó siendo un proyecto empírico se ha desarrollado durante estos años para alcanzar una experiencia que lo avale desde la teoría y la práctica”, afirma Cheyla Sanguinety Hernández, presidenta de D´Brujas en Cuba, quien, por su parte, ha asistido a cursos de superación en la empresa Suchel.
Hoy D´Brujas es uno de los emprendimientos más prestigiosos de cosmética artesanal y comercializa, además de jabón, bálsamos, mascarillas faciales, cremas sólidas y otros productos. Sus cosméticos están certificados desde 2020 y, según Cheyla Sanguinety, han establecido alianzas con varias empresas estatales.
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“Un día, conversando con una amiga me enteré de que en Cuba se comercializaba cosmética artesanal y aquello despertó mi curiosidad, porque de adolescente solía preparar mis propios remedios para la piel. Entonces comencé a estudiar el tema bajo la guía de una amiga de la familia, que se dedicaba a la producción de cosmética. Me enamoré de ese campo, al ver cómo iban saliendo los productos, con ingredientes naturales. En ese momento, en 2021, decido crear SANEM”, afirma su directora, Melissa Cortina Reig.
A partir de entonces, Melissa Cortina recuerda las intensas jornadas de estudio, de forma autodidacta, auxiliándose de internet y acudiendo a su mamá -que tiene formación en Química- y a varias amigas farmacéuticas.
“No conozco la existencia de cursos de cosmética artesanal en Cuba, pero ello no implica que no me supere, al menos por mi cuenta, porque sé que mis productos serán aplicados en la piel de una persona y cuando salen del taller debo estar lo suficientemente segura de que no causarán reacciones adversas”, dice.
A pesar de la corta experiencia de su emprendimiento, Melissa Cortina tiene anécdotas que contar. Recuerda su primer cliente con acné severo, un adolescente a quien sugirió que se aplicara jabón de carbón con jabón de aloe para tratar su condición. Tuvo la suerte de encontrarlo tiempo después y el muchacho ya estaba recuperado. “También he tenido clientes que hacen alergia a los jabones industriales y solo se pueden bañar con los nuestros”, comenta.
SANEM es un negocio familiar. Melissa Cortina elabora, su mamá pone etiquetas y su papá lleva la logística y fabrica las ceras. Desde la creación del emprendimiento, la cartera de productos se ha ido incrementando. En un principio solo se confeccionaban jabones, pero hoy se fabrican más de 50 productos, que incluyen mascarillas, cremas, aceites, geles, bálsamos, mascarillas capilares, entre otros.
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Aunque contrastan por los años de experiencia en el desarrollo de la cosmética, SANEM y D´Brujas han experimentado la buena acogida de sus productos entre los clientes. Los primeros comercializan vía online. Los segundos cuentan con tienda online y física y, según su presidenta, uno de los pilares fundamentales de la empresa ha sido la transparencia en la gestión de ventas. “Lo que no podemos garantizar no se vende, y el público lo agradece mucho”, comenta.
En ambos casos la producción es artesanal, pues se realiza en talleres destinados para ese fin, pero el volumen productivo no es lo suficientemente grande y no se utilizan máquinas industriales.
“Los jabones de D´Brujas se confeccionan empleando la técnica de refundido y los bálsamos se crean a partir de diferentes tipos de aceites y mantecas, sin utilizar agua”, explica Cheyla Sanguinety. Especifica que para la elaboración de sus productos se emplean algunas frutas deshidratadas, como el mango y el coco. Además, utilizan avena, miel, café, arcilla rosa, arcilla morada, aceite de coco y aceite de oliva. “Nuestros productos no tienen componentes que puedan causar alguna reacción. Hemos sido muy cuidadosos con eso, por ello no se ha aumentado la gama de artículos”, señala.
Por su parte, Melissa Cortina afirma que SANEM no hace jabones con virutas. “Los hago desde cero, con aceite de oliva, aceite de coco y cera de abejas, lo cual influye en que su PH sea muy bajo. La sosa la compramos en las tiendas de Agua y Jabón”.
Entre las materias primas que emplea SANEM destacan la avena, el café, la miel, el romero, la manzanilla, las rosas, la sábila, el coco, el pepino, la zanahoria y el carbón activado. El coco, principalmente, es la base de las cremas, el reparador de puntas y el jabón.
En cuanto a los proyectos futuros, tanto Melissa Cortina como Cheyla Sanguinety coinciden en la necesidad de establecer encadenamientos con el sector estatal y privado, para contribuir al desarrollo, incrementar sus propias producciones y sostener sus emprendimientos. Además, comentan su disposición para participar en los acercamientos entre el sector académico y el no estatal.
Avances de la cosmética artesanal en Cuba en los últimos años
En la última década se han incrementado las marcas dedicadas a la producción de cosmética artesanal en la mayor de las Antillas. Algunas llevan años en el mercado y están muy posicionadas, dada la tendencia creciente, por parte de la población, de buscar productos con componentes naturales.
Uno de los pasos más importantes para el desarrollo de la cosmética artesanal en el país tuvo lugar hace muy poco: el Primer Encuentro de Cosmética Natural Artesanal, desarrollado del 8 al 17 de diciembre de 2022 en La Habana y coordinado por los proyectos Eco Rizos y Armonía-Buenas Vibras, en colaboración con la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre.
El espacio permitió a los emprendedores cubanos dialogar, distinguir caminos de cooperación con empresas e instituciones públicas y buscar vías para certificar productos.
Fue una cita a la que, además de los emprendedores, asistieron representantes del Instituto de Farmacia y Alimentos de la Universidad de La Habana, la empresa Suchel, el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología, el Centro Nacional de Sanidad Animal, entre otros, que propiciaron la convergencia teórico-práctica y comercial.
La Dra.C. Patricia Pérez Ramos, profesora del Instituto de Farmacia y Alimentos de la Universidad de La Habana y experta en cosmetología, considera que el encuentro fue de vital importancia para los emprendedores y para la comunidad científica y académica. “De las conferencias impartidas se suscitaron amplios debates y sensibilización con la situación actual, la necesidad de asesoramiento y cursos de superación que requieren la mayoría de los emprendedores, por no ser graduados de ciencias afines al tema”, señala.
En opinión de Lourdes Cáceres, ingeniera en Suchel y experta en jabones, el evento fue favorable, pues en esos espacios quienes comienzan su emprendimiento se percatan de lo que deben aprender y se orientan sobre cómo seguir el camino legislado. “Se creó un grupo de WhatsApp para comunicarse e intercambiar información y se está generando encadenamiento de los productores de cosméticos con los productores de envases y otros actores económicos”, comenta.
Además de ese encuentro, en años anteriores se han dado pasos para extender los conocimientos en cosmética y proporcionar las bases teóricas necesarias para los emprendedores. Ha sido el caso de los cursos de verano impartidos por el Instituto de Farmacia y Alimentos en julio pasado o la apertura de la Maestría de Ciencias Cosméticas en el propio Instituto.
También se puede mencionar, en 2016, la inauguración del evento Estética y Salud, coordinado por las profesoras Patricia Pérez Ramos e Irela Pérez Sánchez, orientado fundamentalmente a los salones de belleza; así como los talleres de formación del proyecto Armonía, coordinados por Yara Villant, y los cursos de Cosmética Natural que se imparten en la Casa de Asia, donde pueden acudir los emprendedores para buscar asesoramiento.
“Una idea reciente, que aún no se ha concretado, es que nuestros estudiantes puedan realizar sus tesis en emprendimientos de cosmética, para que asesoren a estas personas”, afirma la profesora Titular del Instituto de Farmacia y Alimentos Irela Pérez Sánchez.
¿Natural y artesanal? Desafíos pendientes
La definición del cosmético artesanal contrasta con la del cosmético industrial. Según la profesora Patricia Pérez, este último es fabricado por máquinas y a través de un proceso continuo. El artesanal, sin embargo, es hecho a mano y en pequeñas cantidades.
Si nos adentramos en la categoría “cosmética natural”, podemos incluir en ella a los productos cosméticos fabricados a base de sustancias de origen natural u orgánico. Entre las características que presentan estos compuestos destacan su fabricación con un 95% de ingredientes naturales, el empleo de procesos de transformación y elaboración respetuosos con el medio ambiente y la posible utilización de ingredientes de origen animal, siempre que no sean derivados de animales amputados o sacrificados específicamente para la elaboración del cosmético. El envase también debe ser el adecuado, amigable con el entorno y, por tanto, biodegradable o reutilizable.
En la práctica, ¿cómo se certifican los cosméticos naturales? A nivel internacional Se trata de un proceso complejo. Por ejemplo, si las materias primas son de origen vegetal, se certifican desde el lugar donde se cultivan y se tienen en cuenta factores como las atenciones de la planta e, incluso, las características del suelo. La profesora Irela Pérez explica que las entidades regulatorias internacionales certifican todo el proceso de elaboración del cosmético, teniendo en cuenta también el envase, las condiciones de almacenamiento y el manejo de ese producto.
En el caso de Cuba existen ciertas regulaciones para los cosméticos en sentido general. Al respecto, la ingeniera Lourdes Cáceres explica que los cosméticos deben ser evaluados toxicológicamente por el Instituto de Farmacia y Alimentos y, luego de tener el certificado de «No tóxicos», lo correcto es que se aprueben por el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (INHEM) -perteneciente al Ministerio de Salud Pública- encargado de emitir el Registro Sanitario del Producto, después de realizarle las pruebas fisicoquímicas y organolépticas establecidas para cada cosmético.
No obstante, en cuanto a los cosméticos naturales propiamente dichos, la profesora Patricia Pérez señala que en Cuba no existe un centro que certifique estos cosméticos, ni se cuenta con una regulación específica para la elaboración y comercialización de cosméticos naturales artesanales. “Para los productos cosméticos industriales producidos en Cuba o importados, el INHEM es el responsable de la recepción, evaluación, aprobación o rechazo de las solicitudes de producción e importación. Pero emite una certificación general. Aún el país no cuenta con certificaciones específicas para los cosméticos naturales, con todos los detalles que requieren”, comenta.
Esa situación ha propiciado cierto desconocimiento. “Los emprendedores clasifican muchas veces sus productos como naturales, porque creen que lo son, cuando en realidad no es así. Por ejemplo, el jabón que se hace a partir de viruta y se les añaden otros productos naturales no clasifican como cosmética natural, porque mezcla componentes naturales y sintéticos. Son artesanales, pero no naturales”, explica la profesora Irela Pérez.
La académica Patricia Pérez afirma, desde su experiencia, que los emprendimientos que conoce usan productos naturales, pero no logran que el 95% de sus componentes sea natural, ni cumplen con los requisitos de envase o la garantía de eficacia y seguridad, porque a los productos no se les hacen las pruebas requeridas. Además, lamenta que muchas veces los emprendedores no recurran a los especialistas, lo cual es un asunto preocupante, si se tiene en cuenta que los productos cosméticos repercuten en la salud de las personas.
“Durante mucho tiempo ha sido preocupación del Grupo de Cosmetología de la Sociedad Cubana de Ciencias Farmacéuticas, afiliado a la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Ciencias Cosméticas (FELASCC), y el grupo de profesores del Instituto de Farmacia y Alimentos de la Universidad de la Habana, todo lo relacionado con las regulaciones de la cosmética artesanal, pues estos productores pueden elaborar y comercializar productos sin tener la preparación técnica requerida, ni la garantía de cumplimiento de buenas prácticas de manufactura, dado que, solamente se le exige una licencia sanitaria del lugar donde va a desarrollar la actividad y no es obligatorio que sus productos sean registrados en el INHEM”, comenta la profesora.
Además, explica que los cursos impartidos por el Instituto de Farmacia y Alimentos que mencionábamos anteriormente han contado con una pobre asistencia por parte de los emprendedores, muchas veces porque no existen adecuados mecanismos de divulgación de estas propuestas.
La inclusión de emprendimientos con sentido de responsabilidad ante el prójimo es fundamental para el desarrollo de la cosmética artesanal. La profesora Patricia Pérez considera imprescindible que existan las regulaciones pertinentes por parte del Estado, “no para quitarle el trabajo a nadie, sino para darle mayor importancia a quienes están trabajando y que todos desarrollen bien su labor, porque hay emprendimientos de cosmética artesanal haciendo un buen trabajo. Debemos lograr que todos estén a ese nivel”. Además, menciona la importancia de habilitar nuevos espacios y cursos donde estas personas puedan incluirse.
Los productores de cosmética artesanal vienen a llenar un vacío en el mercado donde no son comunes compuestos como los aceites naturales de plantas y oleatos, por ejemplo. Algunos emprendimientos provienen de tradiciones familiares, del interés de aprender o de la creatividad emanada de la experiencia diaria y resultan una muy buena oportunidad de negocio y de desarrollo profesional.
Para su éxito, a grandes rasgos, son necesarios al menos tres aspectos: responsabilidad social por parte de los emprendedores, acompañamiento desde la Academia a quienes deseen superarse y regulaciones por parte del Estado, a fin de que los productos que se comercialicen contribuyan al beneficio físico de quienes lo emplean, que es, en definitiva, la razón de ser de la cosmética.