Faltan unos minutos para la medianoche y suenan doce campanadas para cerrar el año. Hay emoción, familia, platos que tintinean entre risas, y doce uvas para doce propósitos. ¿Cómo decidir las metas del año en doce segundos?
Perfeccionar el arte de iniciar un nuevo ciclo sin presiones, pero con metas que realmente nos hagan mejores y nos ayuden a alcanzar más salud, dinero, tiempo, capacidades e impacto, nos coloca siempre en vísperas del mejor año de nuestra vida.
Pensar en una lista tan larga y además planear cómo lograr tantas metas en un solo año puede ser abrumador. Pareciera que todos queremos cumplirlo todo en un solo año y la realidad es que lo bueno lleva tiempo.
¿Y si este año le bajamos un poco a la prisa y empezamos más en serio?
Tal vez doce sea un número muy ambicioso y resulte mejor apuntar a lo que realmente nos ayude para toda la vida con unos pocos propósitos que nazcan de la reflexión y, valga la redundancia, le den propósito a nuestro año.
¿Qué es lo que más me duele, da miedo o necesito hoy?
¡Aquí arranca la lista! Para algunos puede ser mejorar su salud; para otros, generar más recursos o simplemente organizar su tiempo porque siempre van retrasados con tareas, trabajos o con la tesis.
Es común que uno no vea lo que realmente necesita cambiar. En nuestro caso, lo que más sirve es acudir a los amigos y, con mucha humildad y disposición para escuchar, preguntarles: ¿qué creen que deba cambiar para ser mejor este año?
¡No tienes que cambiarlo todo!
El arte no se mide por la velocidad ni la productividad. Una obra artística puede llevar meses o años en alcanzar la perfección y uno mismo es la más magistral de las obras que cada persona realiza.
Lo más interesante de la adquisición de virtudes es que al lograr una, la siguiente se vuelve más sencilla. Se desencadena una reacción explosiva de pequeñas, constantes y permanentes mejoras. Es como aprender a manejar: al principio cuesta, pero luego el acelerador y el freno juegan casi en automático.
Un propósito a la vez
Algunos expertos recomiendan 66 días para consolidar un hábito, pero puedes tomarte dos o tres meses.
Llevar una bitácora diaria ayuda a medir el avance y a mantener el hábito un día a la vez. Además, cada propósito debe tener un premio al llegar al día de la revisión.
El propósito podría definirse como revisar en marzo o abril cuántos libros ya se han leído y establecer un premio por haber seguido la rutina hasta ese momento. Noventa días despertándote temprano bien valen esa nueva compra. Cuatro meses de ejercicio justifican una cena especial. Medio año invirtiendo amerita ese viaje.
¿Doce propósitos o son pocos?
Es mejor darles sentido a los propósitos que darles un número fijo. Una meta cada tres o cuatro meses nos dará la oportunidad de mejorar nuestra persona de manera progresiva y constante. Si lo hacemos sin prisas, los propósitos del próximo año no serán los mismos que los del pasado 31 de diciembre.
Como recuerda Robin Sharma en El club de las 5 de la mañana, todo cambio empieza difícil, se vuelve caótico y termina siendo hermoso cuando se eliminan las excusas. Para estar en el top 5% hay que hacer lo que el 95% no quiere hacer y, ante la tentación de rendirse, seguir caminando.
Elegir una sola virtud a la vez es una idea positiva, incluso si es el único propósito del año nuevo. Estas recomendaciones funcionan porque imitan cómo la naturaleza evoluciona para adaptarse mejor al entorno. No debemos agobiarnos más por los doce propósitos. Es mejor disfrutar el camino, avanzar paso a paso, año tras año, hacia la persona que se anhela ser.
No es una carrera: es aprender a ser alguien que te caiga bien a ti mismo.
(Con información de El Heraldo)





