noviembre 22, 2024
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Alisbeth, trabajadora social y médico del alma

Por: Dagoberto Arestuche Fernández

“Ser trabajadora social es maravilloso. Debes tener empatía, responsabilidad, buenos sentimientos. Situarte en el lugar de personas y familias vulnerables que depositan en nosotros confianza, al ser capaces de tramitar sus problemas, llegar a su final y brindar la respuesta adecuada como parte del propósito de mejorar su calidad de vida”.

Tal pensamiento acompaña a Alisbeth Isaac Drig, joven que un día, al escuchar al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz referirse a un importante programa nacional, decidió qué era lo que debía estudiar.

“Me documenté acerca de estas funciones y, al tener como base escolar la terminación del grado 12, inicié los estudios en la Escuela Formadora de Trabajadores Sociales Frank País, de Santiago de Cuba. De ella egresé con Título de Oro y la categoría de Alumna Integral”. 

Habla con marcado orgullo de la ciudad de Palma Soriano, donde naciera el 3 de febrero de 1985. 

“Hay que enfocarse hacia cada misión el tiempo que sea necesario. Solo de ese modo, cuando los asistidos logran el bienestar deseado o, al menos, una respuesta adecuada, debemos sentirnos satisfechos del deber cumplido y será el momento en que seamos merecedores del reconocimiento que nos hiciera Fidel, al bautizarnos como médicos del alma. No siempre ellos requieren de algo material, no pocas veces la solicitud está relacionada con un consejo, el llamado a poner las cosas en orden dentro o fuera de casa, sea personal o familiar. Pero, siempre, hay que acudir prestos y con prontitud al llamado”.

Habla entonces de las características de un trabajador social. Agrega a lo expresado al inicio que también es vital la ética, tener un comportamiento profesional. “Incluso, no debemos esperar que lleguen a nosotros. Son principios necesarios y útiles.

“Basta conocer las problemáticas que enfrentamos a diario para ratificar lo anterior. Pues en las comunidades predomina la atención a los adultos mayores que viven solos, y a los desvinculados, a los cuales se les ofrece una atención especializada”.

Alisbeth es especialista principal del Consejo Popular Versalles y coordinadora de 14 trabajadoras sociales, si bien en otras áreas hay varones que, en su inmensa mayoría, también son jóvenes.

Madre, delegada y diputada

Al concretarse en una persona tales protagonismos, solo un breve lapso se deja al necesario descanso. Por lo que, no por curiosidad, sino como muestra de cuánto es capaz de hacer una mujer, se aborda el tema con la entrevistada.

“Además de contar siempre con el apoyo moral de Ramona y Francisco, mis padres, recibo de Rafael Cid Rosales, mi esposo, el beneficio de su entrega consagrada a cada una de las tareas del hogar. Operador de Kamac en la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, para el traslado de piezas y demás tecnología, es incondicional en todo. En particular, al cuidado de mis niñas Reina María y Rachel Sofía, de 11 y seis años, respectivamente. Cursan el sexto y segundo grados por ese orden. Qué sería de mí sin el apoyo de él, en hechos y palabras en momentos tensos, de duro bregar.

“La familia es la garantía del poder hacer, porque los trabajadores sociales no tenemos horas ni días específicos para prestar el servicio. Sea un incendio, ciclón o derrumbe”.

En calidad de delegada y diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular –única trabajadora social con esa condición en Matanzas–, también requiere de atención a requerimientos de la población, por lo que insistimos en ese apartado.

“Es cierto, y constituyen responsabilidades mayúsculas porque los electores esperan la adecuada atención y respuesta a sus preocupaciones, las que correspondan, máxime ante dificultades familiares o de la comunidad, y deben brindarse. No debemos sustraernos a tal responsabilidad, en uno y otro caso, de similar dimensión. Cada llamado de la población constituye un deber inexorable para quienes respondemos por la profesión y responsabilidades comunitarias.

Foto: Tomada de Girón.

“Jamás he diferenciado estas tareas. A cada una, madre, delegada, diputada, vecina, amiga, las he visto con sus mejores galas, es decir, las identifico y otorgo sus reales valores. Constituye una práctica más en mi recorrido profesional, me hacen madurar y servir mejor a la sociedad a la que me debo y dedico la vida”.

Momentos inolvidables

Para cada persona, por imperativo de la vida, existen buenos y malos momentos. En Alisbeth se cumplen tales normativas naturales.

“Considero mi momento más bello de la vida, además de tener a mis hijas y conocer a Rafael, el encuentro con el Comandante en Jefe al cumplirse 25 años del Campismo Popular, en Los Cocos, Litoral Norte. Ocasión en que estrechó mi mano y la de otros compañeros. Nos habló y dejó la misión de la Revolución Energética, y su confianza en que seríamos fieles a la Patria”.

Quien en 2019 llegó a Matanzas para quedarse por siempre “porque es muy bella y acogedora”, y de inmediato se incorporó a sus actuales funciones, dijo gustarle la música romántica y el grupo Buena Fe. Aseveró que jamás se apartará de cuanto hace por considerarlo no como “un trabajo más, sino como la más linda de las obras humanas, que es brindarle corazón y alma a quienes necesitan, más allá de lo material, comprensión, ternura y bondad”.

No hay lugar a dudas: ella se corresponde con la ética en cuanto a la formación de las nuevas generaciones se refiere.

(Tomado de Girón)

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