En las relaciones amistosas, familiares y amorosas surge una nueva red flag (bandera roja): las personas que sistemáticamente se oponen a todo y llevan la contraria, una actitud altamente irritante.
Desde la madre que nunca puede estar de acuerdo con sus hijos hasta ese amigo del grupo de WhatsApp que está por defecto en contra de lo que los demás dicen. Se trata de un perfil que, lejos de fomentar una charla constructiva en la que compartir opiniones y debatir, termina por convertirse en alguien con quien nadie quiere conversar por miedo a ver sus opiniones pisoteadas sin motivo aparente.
¿Qué provocan estas personas en los demás?
Juan Miguel de Pablo Urban, psicólogo clínico y miembro de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar, explica:
- Provocan sensaciones de invalidación y falta de reconocimiento.
- Generan enfado, rabia, tristeza o desesperación.
- La pretensión de que esta persona escuche y valore nuestras ideas es difícil de conseguir.
La necesidad de autoafirmación
Rafael San Román, autor de ¿Qué le cuento a mi psicólogo? (Plataforma Editorial, 2024), señala que este tipo de persona suele tener una necesidad imponente de autoafirmación o autodefinición delante del otro. Su manera de diferenciarse es llevar la contraria como acto de identidad, sin dar nunca la razón.
“Al final, esa actitud acaba siendo una ineptitud social”, asegura, antes de vincular este comportamiento al perfil narcisista: alguien que cree tener siempre la razón y resulta interpersonalmente torpe, incómodo y con un punto tiránico e invalidante.
El problema de fondo
“Transmitir ideas diferentes, contrastarlas y llegar a consensos son señales de madurez. La oposición sistemática señala un déficit en el desarrollo de una voz propia”, dice Juan Miguel de Pablo Urban.
Puede tratarse de personas que:
- Han construido un patrón relacional conflictivo por no haber sido escuchadas ni reconocidas por las personas emocionalmente significativas (padres, familiares cuidadores). De ahí la intensidad de su reacción ante la posición del otro. No es un desacuerdo sobre las ideas o las propuestas que se hacen, sino que lo viven como un cuestionamiento de sí mismo.
- Fueron educadas sin límites y en la adultez no toleran la frustración ni el desacuerdo, que viven como rechazo.
Frente a estos perfiles, Justin Jones-Fosu explica en Respetuosamente en desacuerdo (Berrett-Koehler, 2024) que aprender el arte del desacuerdo respetuoso permite trabajar juntos incluso sin coincidir. Porque no estar de acuerdo en algunas cosas no es un problema: lo es cuando llevar la contraria es sistemático.
Chatbots y la costumbre de no ser contradicho
Cada vez más personas usan ChatGPT como apoyo emocional o incluso como psicólogo. El problema es que estos sistemas tienden a estar de acuerdo automáticamente, lo que hace que los usuarios se acostumbren a no ser contradichos.
Por eso, enfrentarse a alguien que siempre lleva la contraria puede generar inseguridad y llevar a evitar la confrontación.
“Indudablemente, estos perfiles resultan muy incómodos e invalidantes. Es difícil conectar con ellos porque nunca están de acuerdo y siempre hay un detalle de sus opiniones, de su mundo interno y de sus apetencias que se nos escapa. Con ellos sentimos que nunca acertamos”, concluye Rafael San Román.
(Con información de El País)






