¿Es normal tener fantasías sexuales? ¿Debería sentirse uno culpable por ello? ¿Son un síntoma de tener algún problema de pareja? Son muchas las personas que relegan esta experiencia al ámbito del secreto, la vergüenza y la culpa. Sin embargo, la socióloga, sexóloga y portavoz de JOYClub España, Cecila Bizzotto, asegura que son una expresión natural y saludable de la sexualidad y que además pueden contribuir a enriquecer las relaciones y mejorar la conexión personal. Para ello, eso sí, conviene antes aclarar conceptos pues lo habitual es pensar que una fantasía sexual es aquella práctica deseada que nunca se ha llegado a realizar. Eso lleva a pensar que se trata de esos anhelos incumplidos que, en el momento de llevarlos a la práctica, pasan del mundo de las fantasías al catálogo de experiencias sexuales.
Pero lo cierto es que esto no es así, pues el consenso en la investigación científica revela que las fantasías sexuales son en realidad cualquier imagen mental que resulte sexualmente excitante o erótica (así la definieron Leitenberg y Henning en 1995 y es la definición que se sigue usando hoy), es decir, como describe Bizzotto: “Una fantasía sexual es cualquier idea que por el mero hecho de pensarla nos excita y tiene capacidad de provocarnos deseo”. Puede ser un recuerdo, algo que hayamos visto en una película o una escena que nos contó una amiga….
Son más frecuentes de lo que se cree y no solo son normales en términos estadísticos, sino que además son positivas, es decir, generan un buen impacto en la sexualidad. Tanto es así que la actitud hacia ellas es considerada como un importante indicador de salud sexual (Moyano y Sierra, 2014). Esto quiere decir, según apunta la experta de JOYClub Espala, que el hecho de que una persona tenga fantasías suele estar asociado a más deseo sexual, más satisfacción y más excitación. “Lo que va a determinar que fantaseemos o no (y, por tanto, que disfrutemos profundamente de nuestra sexualidad) es que consideremos nuestros pensamientos sexuales como válidos y aceptables», recuerda Bizzotto. No en vano, tener una actitud negativa hacia las fantasías y considerarlas pecaminosas, depravadas o insanas es un factor que influye en la disminución de la libido. Por eso la experta considera tan importante aceptar y normalizar el fantaseo erótico.
No hay ningún tipo de fantasías que implique, per se, ningún problema o disfunción sexual. Y todas pueden ser ser positivas mientras no causen malestar ni a quien fantasea ni a la otra persona. “Da igual si fantaseamos con acostarnos con alguien que no sea nuestra pareja, con humillar a alguien o con que nos peguen un par de azotes. De hecho, muchísimas personas fantasean con ideas controvertidas. Pero el terreno de las fantasías es una cosa, la realidad puede ser bien distinta. Lo que es importante es saber diferenciar entre aquella idea que nos excita y aquella idea que queremos llevar a la práctica”, argumenta Bizzotto.
Así mejoran las relaciones de pareja
Uno de los aspectos más valiosos de aceptar y experimentar de forma positiva con las fantasías sexuales es que, según asegura la socióloga, puede mejorar el funcionamiento sexual (incrementando el deseo, la excitación, el orgasmo…) y promover la intimidad de la pareja. Además, algunos autores y terapeutas consideran que la imaginación erótica “ofrece alternativas mentales si hay malestar o insatisfacción, lo que facilita la planificación de un curso de acción positivo para el futuro”. (Newbury et al., 2012; Person, 1996).
En cualquier caso, como aclara Bizzotto, lo importante no es fantasear mucho o fantasear todo el rato, sino permitir, normalizar y naturalizar el fantaseo para que cuando aparezca, podamos disfrutarlo y entregarnos a él. De esta manera, podremos conocernos más, disfrutar más de nuestra erótica, liberar nuestros pensamientos e inclusive esto puede beneficiar nuestras relaciones de pareja.
Qué hacer si la pareja se siente molesta por nuestras fantasías sexuales
Lo recomendable, tal como apunta la socióloga de Bizzotto, es actuar con empatía y paciencia ante su molestia, en la medida de lo posible. Si tu pareja se siente mal al oír tus fantasías, seguramente sea por sus inseguridades, creencias culturales, miedos al rechazo o a malentendidos sobre el significado de las fantasías. Su inseguridad es válida, así que se lo puedes hacer saber y darle tiempo para que lo integre, pues tal vez se pueda retomar el tema más adelante cuando ambos estén más preparados emocionalmente.
“Lo que en ningún caso debería permitirse es que te menosprecie a ti, que te increpe o te infravalore por tu fantaseo. Si esto se convierte en un conflicto, la terapia de pareja o sexológica puede ayudar a explorar estos temas juntos”, aclara.
¿Deben ser secretas?
La decisión de compartir las fantasías depende sólo de la persona que las tiene y no tiene por qué compartirlas con nadie si no lo desea o si no se siente en un espacio seguro para comunicarlas. De hecho, como aclara la socióloga, algunas fantasías son exclusivamente personales y forman parte de la intimidad individual.
Además, puede suceder que en algunas relaciones en las que haya poca confianza el hecho de compartir fantasías pueda generar conflictos. Y lo mismo sucede si se está en un momento en el que la relación peligre o si por cualquier circunstancia considera esa persona que compartir el contenido de sus fantasías puede causar un daño emocional a su pareja.
Lo importante es compartir las fantasías cuando esa persona sienta que es el momento y el lugar adecuado.
¿Y qué pasa si no tengo fantasías?
Aunque se trata de algo que, si preocupa, debería consultarse con un profesional de la sexología, existen algunos motivos que pueden estar detrás de esta falta de fantasías:
1. Ser asexual: aunque el 60% de las personas asexuales si tienen fantasías, una importante proporción de este colectivo no fantasea sexualmente. Por supuesto, la asexualidad como cualquier orientación sexual no depende solo del fantaseo y no es algo que se diagnostica» sino que depende de la auto identificación.
2. Tener bajo deseo sexual: si en otros momentos de tu vida tuviste fantasías y ahora ya no y esto viene acompañado de poco deseo de tener encuentros sexuales o de masturbarte, lo más probable es que todo esté ligado. Y si tu objetivo es tener más ganas y reeducar tu imaginación erótica.
3. Porque la experiencia en la vivencia sexual es diversa. Hay personas que están a gusto con su sexualidad pero que no fantasean recurrentemente. Algunas personas tienen un enfoque más funcional o menos imaginativo hacia la sexualidad, lo cual es válido.
Lo que es importante, según matiza Bizzotto, es que no se debe patologizar a las personas por tener una experiencia sexual que se sale de lo habitual. “Aunque el 98% de la gente fantasee, si estás en el 2% y eso no te genera conflicto, no hay ningún problema a tratar”, apunta.
Cómo entrenar la posibilidad de tener fantasías
El fantaseo emerge cuando aceptamos nuestros deseos, cuando estamos conectadas con nuestra erótica, cuando no estamos estresadas, cuando salimos de las pantallas y nos damos unos minutos para sentir y escuchar nuestra mente… Además, hay un montón de cosas que podemos hacer para estimular y desarrollar el imaginario sexual: leer relatos eróticos, escuchar audios y ver películas eróticas, practicar el mindfulness sexual, escribir y leer relatos eróticos…
¿Son comunes algunas fantasías?
Conocer las fantasías sexuales, su contenido y realización es absolutamente vital para conocer en profundidad la sexualidad de las personas, según declara la sexóloga, quien apunta que está desarrollando su propia investigación para descubrir si la tipología de fantasías y su realización tiene algo que ver con variables como el género, la edad, la ideología, la educación sexual recibida.
Según datos recopilados por JOYclub, las fantasías sexuales más comunes incluyen:
– Explorar relaciones fuera de lo convencional, como tríos o dinámicas grupales.
– Juegos de roles: asumir personajes o situaciones diferentes para intensificar la conexión emocional y el deseo.
-Escenarios de poder y control consensuados, como prácticas BDSM, que permiten explorar emociones desde un entorno seguro y controlado.
– Fantasías en lugares inusuales o prohibidos, que añaden un componente de adrenalina y emoción.
Cómo ayudar a normalizar las fantasías sexuales
Lo principal, según recuerda Bizzotto, es acabar con el discurso patologizado que nos hace creer que hay ciertas fantasías que no son válidas y sexualidades que son raras. Por ejemplo, se ha visto (en estudios realizados en Estados Unidos) que una de las fantasías más frecuentes en hombres y en mujeres son aquellas relacionadas con la Dominación-sumisión y el BDSM en general. Sin embargo, este tipo de prácticas sexuales son consideradas perversas, raras y poco normales. Por eso la experta apunta que cuando se abrace y normalice la diversidad sexual es cuando se empezará a vivir la erótica de un modo más libre cuando realmente se empiece a abrazar y normalizar la diversidad sexual. “Creemos que la única erótica válida es la ‘mainstream’ y normativa (heterosexual, penetrativa, centrada en orgasmo y genitales…) cuando en realidad muchas personas no fantasean con esto”, recuerda.
Por último la socióloga y sexóloga concluye que recibir una educación sexual integral y promover programas educativos que incluyan temas sobre diversidad sexual desde edades tempranas; así como aumentar la presencia de profesionales de la salud y de la educación con formación sexológica puede contribuir a normalizar un diálogo abierto y positivo sobre la sexualidad, en general, y sobre las fantasías sexuales en particular.
(Tomado de ABC)