noviembre 23, 2024
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Ray Cruz, como Fátima, no se rinde

Por: Lisandra Gómez Guerra

Al escenario sube mucho más que la historia de un ser humano arropado en un cuerpo equivocado. Fátima es la esencia de un país con alegrías, tristezas y mucha fe para levantarse cada vez que contratiempos lógicos e ilógicos la ponen de rodillas.

Cerca de una hora dura la obra teatral Fátima y el parque de la Fraternidad, interpretada magistralmente por Ray Cruz, quien convoca a reflexionar sobre el día a día, los sucesos comunes (o no), las representaciones sociales heredadas de la hegemonía patriarcal, el mundo con sus luces y sombras…

“Fátima siempre va a tener vigencia, mientras en el mundo haya una persona discriminada, por la razón que sea, dice, como carta de presentación el reconocido actor. Para mí era un reto porque está muy alejado de las cosas que he hecho. Tampoco tenía un unipersonal. Entre las muchas piezas de ese rompecabezas estuvo que sea un texto de Miguel Barnet. Lo que más me interesa de la puesta es abogar por la libertad, y porque las personas sean felices de la manera que quieran”.

Y lo logra, con la madurez de un actor que crece en escena de acuerdo con el propio ritmo de Fátima, un ser humano resiliente, con energías estremecedoras.

“Independientemente del tema que trata la obra (la vida y peripecias de una persona que se siente mujer siendo biológicamente hombre, y ya ahí empieza un conflicto muy importante), Fátima… es un pretexto para abordar muchas cosas que están pasando en nuestro país. Nos duele mucho, y nos afecta como artistas a Claudia Zaldívar (con quien comparte la dirección de escena) y a mí, que nos estamos quedando solos, el desarraigo existente…

“Hablamos mucho de la poquita fe que nos queda a los cubanos, y aun así tenemos ganas de seguir echando pa´ lante, como decimos vulgarmente. Más allá de que se diviertan en un punto y después empiecen a sufrir, si el público se va para su casa reflexionando sobre esos dolores, creo que hemos logrado nuestros objetivos”, explica.

¿Fátima es Cuba?

—Totalmente. Fátima tiene la esencia de cualquier cubano. Es una persona que ha pasado por mucho, pero sigue aferrada a que las cosas pueden mejorar, porque tiene una gran energía y fe.

Un sentir que llega también por una banda sonora exquisita y la interpretación in situ de canciones en la propia voz del actor, quien dialoga todo el tiempo con quienes del otro lado del escenario llegan, por momentos, a perder el aliento.

“Muchas veces me han preguntado si no me ha dado miedo hacer la obra después de la película, interpretada por Carlos Enrique Almirante, quien logra el personaje muy bien. Y, creo que mi sello está en que he tratado de acercarme a Fátima con mucho respeto y desde el respeto. Le he incorporado vivencias personales. Durante el proceso de montaje trabajé en un show de travestis para conocerlos bien. Es un mundo complicado, oscuro y convulso. Son personas que aparentan felicidad, pero en el fondo no lo son tanto.

“Con anterioridad ya había hecho una interpretación de Fátima y, entonces, le tenía mucha lástima al personaje. Ahora digo: ¡ojalá fuera como ella!, ¡ojalá tuviera su fuerza, fe y valor!”.

Si vivimos en una sociedad patriarcal, ¿por qué crees que la obra se ha robado muchas ovaciones?

—El arte es seguido, lo que legitima casi se vuelve ley, muchas veces de una forma más fuerte de lo que pudiera decir un político. Y si sirve para educar en un tema como este e influye como mínimo en una persona, es una victoria.

Fátima… ya llegó a México, donde se llevó dos premios en un festival de monólogos, y a varios puntos de la geografía cubana, ¿ha valido la pena apostar por esa ruta y alejarse un tanto de la televisión y el cine?

—Sí. Aproveché y grabé muchas cosas que sabía que mantendría mi rostro en pantalla: El derecho de soñarCalendario Al habla con los muertos. Mi prioridad ahora mismo es Fátima. Imagínate que hemos llegado a provincias que nos han pedido volver porque los públicos lo reclaman. En cada puesta nos han pasado cosas bonitas. La vida da señales y ninguna es por gusto. Bajarse ahora del barco, después de tanto trabajo y entrega, no sería inteligente. Así que habrá Fátima… por tiempo.

Habla como la Reina de la noche en los últimos minutos de la puesta en escena. Justo ahí, frente a la vela que enciende antes de que caiga el telón está una historia que fluye auténtica, dura… Es el sentir de un país porque ella no se rinde, ¡es inmortal!

(Tomado de Juventud Rebelde)

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