noviembre 22, 2024
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Frank Andrés Mora: “Ellos también tienen el derecho de soñar”

Por: Félix A. Correa Álvarez

Frank Andrés Mora, el carismático actor que encarna a Pascual (Pipo) en la telenovela El derecho de soñar, ha recorrido un fascinante camino desde sus inicios.

Como él mismo relata, su trayectoria artística no se limita al escenario de la actuación, sino que se nutre de una pasión temprana por la música. Recuerda, con nostalgia, su paso por la Escuela Vocacional de Arte de Santiago de Cuba, donde estudió piano básico. Sin embargo, las difíciles condiciones económicas del “período especial” lo obligaron a abandonar esa senda.

El destino tenía otros planes para Frank Andrés. Fue la Casa de Cultura de Palma Soriano, mientras cursaba el séptimo grado, el sitio donde descubrió su amor por la actuación. Su talento no pasó inadvertido y en noveno grado pasó las pruebas de la Escuela Nacional de Arte (ENA). En este viaje encontró el apoyo inquebrantable de sus padres, quienes lo respaldaron en todas sus decisiones.

Aunque había tenido experiencias previas en el Canal Educativo como conductor de un programa llamado Los del pre, dirigido por Yiria Otaño, su incursión en la televisión comenzó con la serie infantil ¿Qué come?,¿qué dice?, alrededor del año 2010, en la que interpretó el entrañable personaje de Don Molar. Resultó una experiencia que atesora con cariño y que lo introdujo al retador mundo de la actuación en pantalla.

Pero el teatro siempre ha ocupado un lugar especial en él; describe al arte de las tablas como una “adicción” de la que no puede desprenderse. Desde su graduación en 2004, ha mantenido un nexo inquebrantable con el escenario, considerándolo una “agridulce agonía” que lo hace sentir completo. La adrenalina única de actuar en vivo, escuchar los aplausos y sentirse afortunado por ser actor, son experiencias que lo mantienen conectado a esta disciplina artística que lo apasiona. Acerca de su más reciente trabajo en Argos Teatro, comenta:

Kilómetro cero ha sido una de las obras más significativas de mi vida. Fue dirigida por Liliana Lam, quien, además, es mi hermana desde que nos conocimos en Tierras de fuego, la primera telenovela en la que trabajamos juntos. Mi personaje en esta obra es una mujer trans, y realmente ha marcado un antes y un después en mi carrera teatral.

“Además, ha generado una polémica importante en torno a la prostitución masculina en Cuba, un tema que se conoce poco. Esta obra es un llamado de alerta para que las personas comprendan que la vida no es solo en blanco y negro; tiene una amplia gama de colores y que existen diversas razones por las cuales, algunos jóvenes, terminan en las calles prostituyéndose. Ha tenido un impacto significativo, y espero que se pueda llevar a otros escenarios teatrales del país”.

En El derecho de soñar, Frank Andrés Mora nos regala a Pascual, un personaje singular cuya discapacidad intelectual no es un obstáculo para soñar, como lo sugiere el nombre de la propia telenovela. Mora, con su inigualable talento, trae a la vida a un personaje que desafía estereotipos y demuestra que los sueños no conocen límites.

El actor comparte que obtuvo el papel a través de un casting. Previamente, había colaborado con Alberto Luberta (hijo) en la primera temporada de una serie, aunque no lograron coincidir para LCB: La otra guerra debido a un viaje que tenía programado en ese momento. Sin embargo, su deseo de volver a trabajar juntos, persistía. Finalmente, la oportunidad llegó, cuando lo convocan para el rol de Pascual. En el proceso de selección, Mora hizo el examen junto a Yaité Ruiz, Clarita García y Ray Cruz, y, con suerte, los cuatro obtuvieron un personaje en la telenovela.

Frank Andrés interpreta a Clara en Kilómetro Cero. Foto: Revista Alma Mater.

¿De qué elementos te valiste para construir el personaje?

–Es realmente complicado salir airoso de personajes como estos, ¿sabes? Existe el riesgo de caer en la caricatura y en los estereotipos. Son los que, en la actuación, suelen considerarse “personajes tipos”. Lo primero que hicimos fue tomar la historia muy en serio, a pesar de que María Luisa y Pascual también tenían un lado cómico. Nos tomamos en serio la responsabilidad y el compromiso con las personas con discapacidad intelectual. A partir de ahí, Yaité y yo trabajamos juntos.

“Recibimos asesoría especializada del doctor Vera, una autoridad en estos temas. Tuvimos dos reuniones con él para planificar cómo abordar los personajes. Acordamos que yo representaría un tipo de discapacidad más leve o moderada, mientras que Yaité asumiría un grado de discapacidad más severo. Desde entonces, trabajamos, arduamente, en casa, para encontrar la verdad de nuestros personajes.

“Mi esposa desempeñó un papel fundamental en este proceso, ya que en ocasiones le hablaba como Pascual o intentaba hacer un esbozo del personaje. Sin embargo, ella me decía que no lo encontraba creíble. Esto me llevó por diferentes caminos hasta que, finalmente, encontré el correcto. En realidad, creo que el personaje de Pascual cobró vida en el set de filmación. Aunque hubo algunas escenas que al principio no me sentía satisfecho con ellas, afortunadamente fueron pocas. Trabajamos en estrecha comunicación con el director y con Yaité, y a medida que avanzábamos en la interpretación, se nos ocurrían ideas y detalles que mejoraban el personaje”.

¿Crees que hubiese sido posible lograr a Pascual sin una “Muñeca” como Yaité Ruiz?

–Siempre menciono en todas las entrevistas que trabajar con una actriz talentosa, humilde, comprometida y disciplinada te facilita, enormemente, la interpretación de personajes tan complejos como estos. Yaité y yo vivimos una experiencia inolvidable, compartimos un amor que se reflejaba en escena, respeto mutuo y, sobre todo, una gran admiración, mientras encarnábamos a estos personajes. A medida que comenzamos a admirarnos y a “enamorarnos” como dos actores profesionales, todo se hizo mucho más sencillo. La mirada en la actuación es esencial.

“Yaité me dijo algo durante el casting que se mantuvo presente en todo el proceso: ‘Pipo, yo contigo y tú conmigo’. Esto significa que nos debíamos compenetrar lo suficiente en escena para que las personas sintieran que nuestro amor era creíble y auténtico.

“Creo que este amor perdurará, ya que adoro a Yaité y sé que ella también me aprecia. Espero que tengamos la oportunidad de trabajar juntos nuevamente, y ojalá que pueda colaborar con actrices del calibre de Yaité Ruiz en el futuro, porque para mí, ella es un ejemplo y un referente”.

Yaité Ruiz y Frank Andres Mora; María Luisa y Pascual en la telenovela que lunes, miércoles y viernes transmite el canal Cubavisión. Foto: Revista Alma Mater.

¿Qué valor le confieres a la representación de personajes como Pascual y María Luisa en una telenovela?

–Es fundamental representar a las minorías de la sociedad que sienten que no reciben la atención adecuada. Este compromiso se refleja cuando logramos llegar de manera efectiva al público y despierta debates positivos. Esto es esencial porque hace que las personas reflexionen sobre la vida cotidiana compartida con personas con discapacidades, ya sea físicas o intelectuales, donde a menudo pasamos por alto esta convivencia.

“Creo que visibilizar a personajes como estos es beneficioso, especialmente para la sociedad cubana, que debe adaptarse a un enfoque verdaderamente inclusivo. La inclusividad no debe ser solo una palabra, debemos sentirlo y practicarlo en nuestra vida diaria.

“Recientemente se creó la Asociación Cubana de Personas en Situación de Discapacidad Intelectual (Acpdi), que está trabajando progresivamente, aunque todavía falta mucho. Reconocemos los desafíos que enfrenta nuestro país, pero con la colaboración de madres como Mamacita (mamá de María Luisa en la ficción) y personas comprometidas que desean ayudar a estos discapacitados, espero que podamos lograr avances significativos. El derecho de soñar ha abierto una puerta pequeña, pero importante, ya que no se ha visibilizado tanto en otras novelas la situación de estas personas, que también tienen derechos y merecen una debida atención en nuestra sociedad”.

El derecho de soñar es un tributo al medio radiofónico y sus hacedores. ¿Crees que mediante estos personajes se hace, también, un homenaje a los oyentes?

–¡Claro! Estos personajes tienen una fuerte conexión con la radio. Luberta se inspiró particularmente en Alegrías de sobremesa, un programa de radio escrito y dirigido por el inolvidable Alberto Luberta (padre). Muchas personas con discapacidad intelectual amaban y siguen amando la radio. Este medio les brinda un espacio para soñar, ya que, como dice el eslogan, es “sonido para ver”. La radio estimula la imaginación y la creatividad y te transporta a un mundo de sueños. Eso es precisamente “el derecho de soñar”, para quienes escuchan la radio.

“Con ellos, homenajeamos a esas personas con discapacidad intelectual que contribuyeron al mundo de la radio con su amor y entusiasmo, aunque ya no haya tantos programas en vivo a los que puedan asistir. Su influencia dejó una huella perdurable en la radio de nuestro país. Como Pascual y María Luisa, ellos también tienen el derecho de soñar”.

Escena de «El derecho de soñar» junto a Irela Bravo y Yaité Ruiz. Foto: Casa Productora de Telenovelas.

¿Cómo ha recibido el público al personaje?

–Imagínate, estos personajes causaron un gran impacto cuando aparecieron en el capítulo siete. La reacción del público fue tan explosiva y en su mayoría positiva que, desde el primer capítulo, me preocupé por la dirección que estábamos tomando. Pero esperaba que las personas lo aceptaran de manera positiva.

“Hubo algunas reacciones negativas, especialmente en las redes sociales; momentos en los que los personajes y, por ende, la discapacidad intelectual, fueron objeto de críticas, lo cual me frustró mucho. Incluso publiqué un mensaje en Facebook para explicar algunas consideraciones sobre la discapacidad intelectual y el respeto que merecen estas personas.

“Sin embargo, con el tiempo, la gente comenzó a conectarse con María Luisa y Pascual de una manera increíble. La controversia se ha transformado en una conversación respetuosa, y considero que han ganado el cariño y admiración de la mayoría de las personas que ven y siguen a estos personajes.

“En las redes sociales, recibimos muchas muestras de cariño, lo cual agradezco sinceramente. Y en la vida cotidiana, en la calle, todos nos saludan con mucha amabilidad y respeto hacia nuestro trabajo. Estoy realmente feliz”.

¿Es Pascual el personaje más complejo que te ha tocado interpretar en tu carrera?

–Creo que todos los personajes son complejos; no existen personajes simples. Su complejidad radica en la medida en que no tengas la experiencia para entenderlos plenamente. A mis 38 años, no soy gay, pero he interpretado a un personaje homosexual; no soy pederasta, pero he interpretado a un pederasta; a pesar de no considerarme una persona machista, he interpretado a personajes machistas, como Javier, en Cuando el amor no alcanza, y Víctor, en Tierras de fuego. Creo que, con técnica, disciplina y el compromiso diario, los personajes pueden cobrar vida.

“Sin embargo, Pascual es un personaje particularmente complicado, debido al compromiso que conlleva. Él representa a personas que han sido marginadas en nuestra sociedad, y esto exige un rigor aún mayor. No podemos permitirnos cometer errores, ya que podría transmitirse un mensaje equivocado. Aunque a veces las polémicas, como la relacionada con el tema de la ‘semillita’ (bebé que esperan María Luisa y Pascual), pueden surgir. Por eso, debemos prestar especial atención a ciertos personajes, ya que pueden tener un gran impacto”.

Tu actuación en la serie Libre cambio, del policíaco Tras la huella, tuvo muy buena acogida. ¿Cómo recibiste el resultado cuando llegó a la pantalla?

–Te confieso que, normalmente, no suelo tener participaciones en Tras la huella. No es que no me gusten los policíacos, sino que no me atraía la dirección que había tomado esta serie durante un tiempo. Creo que el nivel había disminuido bastante, y por eso no solía hacerlo. Este es mi primer papel importante que hago en Tras la huella, aunque en el pasado había tenido pequeñas participaciones en una escena o dos, hace muchos años, precisamente con Luberta.

“La asistente de dirección Belkis Quintero y Marta Recio, con quien había trabajado antes en Tierras de fuego, me llamaron para ofrecerme el papel y me dieron la libertad para darle vida. Cuando un director te brinda esa libertad creativa en un contexto tan desafiante como Tras la huella, es realmente motivador.

“Además, este es un personaje con el que muchas personas en la calle me reconocen, me dicen: ‘¡Flaco!, ¡camina pollo!’, y no conocen a Pascual. Tras la huella es un programa muy popular que llega a una audiencia amplia. Estoy muy contento de haber interpretado al Flaco en estos tres capítulos de la serie”.

***

En la mirada de Frank Andrés Mora descubrimos a un artista que va más allá de las tablas y las cámaras. Su energía inagotable, actitud positiva y espíritu inquieto caracterizan, también, a quien es fuera del set de grabación. Este actor, siempre en movimiento, lleva su autenticidad a todas partes, hace bromas y disfruta de la vida con el “chucho diario” de cualquier cubano.

Sin embargo, en su casa, se transforma en un hombre tranquilo y dedicado a la vida familiar, al compartir las tareas hogareñas. Es un lado más introspectivo y comprometido para mantenerlos con decoro, un sueño que alimenta con su trabajo y talento. Sus aspiraciones son sencillas pero profundas: encontrar la felicidad en el esfuerzo y en ser el mejor esposo y padre que pueda.

Su camino en la actuación avanza y tiene emocionantes propósitos en el horizonte. Repite el papel de Clara en Kilómetro cero, en un monólogo diseñado junto a Liliana Lam especialmente para el personaje, con planes de estrenarlo, a principios de diciembre, en la sede del proyecto Habana Espacios Creativos. Y, para el venidero año, guarda, en secreto, otras propuestas.

Frank Andrés Mora, el actor, y el hombre detrás de la actuación, nos inspira a seguir nuestros sueños y a apreciar la belleza de la vida cotidiana. Su historia es un recordatorio de que la autenticidad y la pasión resultan imprescindibles, para alcanzar el éxito en el mundo del arte y más allá.

(Tomado de Alma Mater)

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