noviembre 23, 2024
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Lidanis Lorenzo: “Quiero lograr que las personas aprecien el oboe”

Por: Leysi Álvarez Fernández (estudiante de Periodismo)

Lidanis ha sido dotada por las musas con el don de tocar su oboe de forma sublime. La conocí mediante Facebook por una publicación de una de sus profesoras, en ella la joven creaba música con su instrumento. 

Me recibió en su escuela con rostro sonriente y algo nerviosa, porque nunca antes había sido entrevistada. La escasa diferencia de edad ayudó a que compartiera su experiencia conmigo y, ahora, con los lectores de Girón.

—¿Cómo iniciaste en la música?

Mi comienzo se relaciona con mi hermana, ella estudiaba piano. Hizo las pruebas y entró a la Escuela de Arte. Yo quedé impresionada, entonces decidí hacerlas también en segundo grado pero desaprobé. Las repetí en quinto y logré pasar, ahí me dijeron “tu instrumento es el oboe”.

“Hasta ese momento el oboe era desconocido para mí, pero aprenderlo no fue tan complicado porque siempre me emocionó la idea de tocar algún instrumento. Pasaba mucho tiempo estudiando, cada vez que estaba aburrida me ponía a practicar y eso quedó como un hábito, aunque carecía de habilidad. Es una cosa, si me paso uno o dos días sin estudiar, que me da ansiedad y tengo que hacerlo.

“Cuando empecé no me gustaba, hacía un sonido bastante incómodo al principio. En la escuela me decían que me fuera para otro lado cuando estaba practicando porque les molestaba la música que emite. El sonido es una técnica que se va puliendo, él cambia y adquiere madurez con el paso del tiempo.

“Solo después de escuchar a mis maestros en clase y observar cuánto amor ponían en sus interpretaciones, empecé a tomarle cariño a mi instrumento. Siempre tengo presentes a todos esos profes que me guiaron, y a los que aún lo hacen, durante los ocho años que llevo estudiando música. Gracias a sus enseñanzas he logrado alcanzar el nivel que tengo hoy.

“Tocando descubrí mi pasión. Es el único instrumento al que me he dedicado, aunque sé tocar el piano, que está en nuestro programa de estudio y, debemos aprenderlo porque es la base de la armonía, del solfeo, de todo. También aprendí a tocar fagot, una amiga me enseñó cuando estaba en sexto grado”.

—¿Qué otros retos has tenido que enfrentar en tus estudios?

Mi hermana tuvo que venir a estudiar a Matanzas porque en Sancti Spíritus, que es de donde somos, la cátedra de piano cerró por falta de profesores y a los alumnos los transfirieron a diferentes provincias. Entonces vine para acá con ella.

“Mi traslado fue difícil porque no soy estudiante de piano, aquí escasean los instrumentos, los que hay son de plástico para principiantes y no me servían. Además, faltaban becas disponibles, pero al final logré establecerme. Eso fue hace dos años, estoy en tercero y voy ahora para cuarto.

“Este oboe que tengo es chino y bastante antiguo. Lo compré hace un tiempo y ni siquiera lo probé en el momento, hice muy mal. Cuando lo fui a usar, noté que estaba roto, tuve que mandarlo a arreglar como tres veces hasta que funcionó.

“Las condiciones son difíciles, no hay caña, que es una pieza imprescindible para tocar. Tampoco tenemos materiales para hacerlas. Para conseguir algo tienes que ir a La Habana y a veces ni allá hay. Entonces te quedas meses sin tocar y después vienen las pruebas. Es lo mismo para conseguir partituras. El oboe es un instrumento poco reconocido. A diferencia del piano o el violín que tienen montones de obras, las de oboe están escondidas, hay que buscarlas bien y cuando las encuentro me emociono.

“Antes me ponía muy nerviosa. En Sancti Spíritus, los terceros jueves de cada mes se hacen actividades donde intervienen músicos jóvenes. Empecé a participar en ellas en noveno grado y tocaba bien, los profesores me lo decían, pero a la hora de presentarme en público todo me salía mal.

“Cuando hacemos exámenes, puede entrar cualquiera para verte tocar, así he aprendido a sobrellevar mi timidez. Todavía me pongo nerviosa, pero me controlo mejor”.

—¿Qué proyectos tienes próximamente?

El siete de agosto voy a un taller de confección de caña en La Habana. Vienen dos profesores de España, uno de fagot y otro de oboe. Ambos traerán material e instrumentos para confeccionar cañas. También en septiembre voy a participar en un concurso nacional de oboe.

“En el futuro quiero formar parte de una sinfónica. Después de todo este tiempo me he enamorado prácticamente de lo que hago, así que cuando termine aquí pretendo pasar al Instituto Superior de Arte. Me gusta la complejidad de mi instrumento, al ser tan poco común lo veo como un reto. Quiero lograr que las personas lleguen a apreciarlo”.

—¿Qué papel ha desempeñado tu familia en tu crecimiento?

He tenido mucho apoyo por su parte. Solo había tocado frente a mi mamá, mi papá y mis tres hermanos. Siempre iban a verme tocar y estaban pendientes de mi, cuando me hizo falta el oboe me lo compraron. Hemos dado viajes a toda Cuba prácticamente buscando cañas. Mi mamá está operada de la columna, tiene una hernia, está delicada, y aún así me ha ayudado mucho.

“Cuando mi profesora subió a Facebook unos videos míos tocando, todos mis parientes me escribieron y me felicitaron. Me enorgullece que me reconozcan de esa forma, eso me impulsa a seguir estudiando por encima de todas las dificultades”.

(Tomado de Girón)

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