noviembre 23, 2024
Recomendamos

Ser trans, más allá del personaje cinematográfico (I)

Por: Mario Ernesto Almeida Bacallao

“Qué deprimente es verte y no ver nada. Ver una sombra extraña en tu espejo, ver un futuro incierto que el destino se ocupa de empañar…

“Y una aquí, solamente queriendo alzar la cabeza una sola vez, para terminar de caer al vacío aterrador del olvido”, ha escrito Lexa en su estado de WhatsApp, el 15 de abril de 2023.

Probablemente Lexa tenga los ojos más llamativos de toda La Habana. Unos ojos claros muy abiertos que se clavan cuando habla, cuando ironiza, cuando, en general, mira… Pero esos ojos también delatan otra parte de ella, porque, a veces, no se están quietos, a veces, van y vienen y van, como sin saber dónde posarse.

Para Lexa, el Pre resultó una etapa de cambios definitivos. Quizás el primer paso fue “salir del closet” y asumirse gay, cuando aún estaba en décimo. Un primer paso que incluyó la salida de su casa, donde vivía con su madre, para llegar a la de su abuela, donde mora hasta hoy.

Pero las cosas seguían sin estar exactamente bien. A la altura de onceno, Lexa asumió que no era gay, sino una mujer. La pandemia de covid-19 había detenido el mundo, o casi. Frenó la escuela, donde las miradas, los comentarios y los actos hieren y en ocasiones van más allá del “simple” herir.

En agosto empezó a ir a las consultas de la red Transcuba, del Centro Nacional de Educación Sexual, CENESEX, donde empezó a documentarse sobre lo que estaba viviendo.

¿Cómo fue la situación con tu familia?

—Cómo fue no… Cómo es, porque todavía no ha terminado.

Inicialmente su mamá intentaba obligarla a que se cortase el pelo. Su padre vive hace diez años en el extranjero, primero en Estados Unidos y, desde 2019, en España. “Tuve que cerrar mis redes por ellos”.

A su padre, Lexa no se lo dijo personalmente. Fue alguien más, a ciencia cierta no se sabe quién, aunque hay sospechas, pero alguien, alguien que vio sus estados de WhatsApp y le contó al padre de Lexa sobre el maquillaje, sobre las uñas…

“Tu camino y el mío se separaron”, fue la primera reacción de él. “Un mes después me asaltaron. Un asalto con violencia y por poco no salgo. Después de eso él aflojó y retomamos la comunicación”.

Cuando se volvió a la presencialidad, Lexa llegó al Pre con un corte normal, pero el cabello fue creciendo. Su tinte era plateado, pero al tratarse de un color neutro, ello presuntamente no representaría inconveniente.

Pero los problemas fueron apareciendo. El subdirector educativo le dijo que no podría entrar a las pruebas por su aspecto. “Hazte un corte de hombre”, le había dicho. “Aquello me resultó difícil de asimilar, porque además de que era algo totalmente fuera de sitio, me lo estaba diciendo un hombre calvo”.

La mamá le aconsejó ceder, que no se buscara líos, “pero no”.

“Entonces recibí asesoría legal del CENESEX, hubo conversaciones con la dirección de la escuela y con la dirección municipal de Educación. Tuve que explicarles a los compañeros del Municipio lo que era una persona trans, porque ellos no tenían ni idea.

“La cuestión del uniforme no me molestaba particularmente. El pantalón como tal era muy cómodo, por eso no inicié esa pelea. Por Lexa nunca me llamaron, ni mis compañeros de aula ni los profesores. Eso ni soñarlo”.

¿Cómo surgió el nombre?

—El nombre surgió como suelen pasar las cosas más bonitas de la vida. Entré al CENESEX y me preguntaron cómo me llamaba. No lo había pensado mucho y lo primero que se me ocurrió fue lo que dije: Lexa. Tiempo después, cuando entré a la universidad, descubrí que ‘lex’ significa derecho, y eso lo hizo más especial.

“De momento, más sombras”

“Abril fue el mes del chequeo para el Servicio Militar Activo. Un problema adicional era que el policlínico donde se efectuarían los exámenes quedaba frente al trabajo de mi mamá. Ella me había prohibido pasar por el perímetro de su trabajo con mi actual imagen, con mi conjunto. Incluso para entrar a su casa me exigía no tener las uñas, hasta que le dije que no, que me costaban muy caras, como para estar quitándomelas cada vez que iba a verla.

“Bueno, llegué al chequeo y nomás entré, la oficial me mandó a salir, sin preguntarme o decirme nada más. Después salió y me preguntó si yo era gay. Le dije que no, que era trans. No me llamaron, pero tuve que hacer un año de servicio social. No me dieron Baja, sino que me declararon No apta, como si yo estuviese enferma”.

El año de servicio social Lexa lo pasó trabajando en la biblioteca de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, donde hoy cursa el primer año de la carrera de Letras.

“Ha habido luces y sombras con mi entrada a la Universidad. De momento, más sombras. Los profesores me llaman Lexa, pero me dicen ‘mijo’. Yo tampoco cojo mucha lucha. Sé quién soy y con eso me es suficiente. Les aclaro a las personas una determinada cantidad de veces, como para que por mí no quede, pero no puedo dejar que eso me afecte.

“También tuve problemas con la Educación Física. El primer día conversé con la profesora y le dije que necesitaba utilizar el cambiador de las hembras, porque soy una mujer. Me dijo que por ella no había problemas, pero que tenía que preguntar a mis compañeras si estaban de acuerdo. Una por una fui, les pregunté y no tuvieron inconvenientes. Ese día me cambié ahí.

“En la segunda clase, la profesora me dijo que la directora del estadio universitario quería verme para convalidarme la asignatura. Luego, la directora me dio a elegir entre ajedrez y área terapéutica. Otra vez, como si yo estuviera enferma”.

No estoy enferma

Lexa insiste en la importancia de la formación, no solo de las personas trans, sino también de quienes pretendan ser aliados o aliadas. “Cuando estudien —dice— , se darán cuenta de que la mejor forma de ayudar a una persona trans es estando delante, para protegerla de la violencia; al lado, para acompañarla en su viaje, en su camino; y detrás, para apoyarla. Estudiando y poniendo en práctica lo que estudien es como podrán ayudarme”.

La mayoría de las veces Lexa se siente sola. “Mis amistades están ahí y me apoyan, pero en ocasiones no entienden las cosas. Mucha de esta tranquilidad con la que ustedes me ven no es más que una fachada. Yo tengo muchas inseguridades. Y también siento mucha envidia, no me da pena decirlo. Veo a otras personas que ya lucen de determinada manera y yo no puedo, porque eso cuesta dinero, más ahora. ¿De qué forma han conseguido ese dinero? No estoy dispuesta a eso. Y no me desagrada mi cuerpo, pero mi imagen no es ahora mismo lo que quisiera.

“Yo no me considero una persona del ‘bajo mundo’, ‘bajo mundo’ muy entre comillas. Pero siento que todos los días me dan patadas para caer ahí.

“He ido a más de 35 locales privados a buscar trabajo, de lo que sea, y en todos me han dicho que no. Siempre me viran para atrás. Yo necesito dinero y no tengo mucho. En el país no hay hormonas, no tengo para una pieza de vestir, para depilarme.

“Ahora mismo vivo con los sesenta euros mensuales que me envía mi papá desde España y eso no alcanza para mucho, porque estar en la universidad también cuesta, de alguna forma. Para salir a divertirme paso mucho trabajo. En estos tiempos, todos los lugares a donde van los y las jóvenes son caros, suponen mucho dinero.

“Por otra parte, no puedo tener sexo en mi casa. Tiene que ser, cuando es, en la casa de la otra persona o en un alquiler. Las personas (1) CIS heterosexuales, algunas, nos ven como un fetiche. Algo, ‘algo’, con lo que quieren experimentar y ya.

“Con tal de tener ingresos, he impartido de forma particular clases de inglés y francés. El inglés lo domino mejor porque llevo más años hablándolo. También he sido manicure, pedicura, vendedora de cualquier cosa. Soy música, poeta y loca, y dentro de eso hasta estudié modelaje. Mi sueño profesional es tener una editorial. Mi vocación es la comunicación social.

“Para adquirir determinados medicamentos, en el caso muy remoto de que estuviesen en las farmacias, tendría hasta que declarar (2) disforia sexual, que es una enfermedad mental. Y yo, insisto, no estoy enferma.

“La representación es otro problema al que nos enfrentamos. Yo me quedé esperando a que en la segunda temporada de (3) Calendario se visibilizara la problemática trans en Cuba. Pero no. ¿Cuándo tú has visto a una persona trans en la televisión? Y las pocas veces casi siempre es victimizándonos o poniéndonos en ridículo extremo, como el caso de los humoristas, que no son trans, sino travestis, que es algo distinto por completo”.

La libertad y la justicia no piden permiso ni disculpas

Cuando uno habla con Lexa no la ve como una víctima, sino como una potencia. Lexa no es el resultado de… sino lo que está por venir, la belleza de la libertad y la justicia y la plenitud que, en todos lados, en todos, acabará por imponerse. La acabaremos por imponer… esa belleza, porque la libertad y la justicia no tienen que pedir permiso o disculpas para y por… estar y ser.

Lexa es una potencia, una mujer delgada de ojos claros donde confluyen y pugnan sueños inmensos, contradicciones, pero más sueños. Sí.

El 16 de abril de 2023 Lexa cumplió 20 años.

(1) cisgénero: personas cuya identidad de género y sexo asignado al nacer son el mismo. La palabra cisgénero es el antónimo de transgénero.

(2) disforia de género o disforia sexual: sentimiento de tristeza o depresión que puede ocurrir cuando no coincide la identidad de género con el sexo biológico.

(3) Calendario: Serie de televisión que hace un acercamiento a los conflictos de adolescentes y jóvenes y su relación con actores formativos como la escuela. Dirigida por Magda Gonzáles Grau y escrita por Amilcar Salatti

(Tomado de Somos Jóvenes)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

12 + cuatro =