diciembre 8, 2025
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📱 El móvil mata la chispa: aburrimiento y pantallas

El aburrimiento no es solo un fastidio: puede ser un motor de cambio. La investigadora Corinna Martarelli recuerda que esa sensación incómoda por el aburrimiento debería orientarnos hacia la búsqueda de sentido, no a llenarla con distracciones vacías. No se trata de zambullirse en la duda existencial en cuanto una película no nos engancha, sino más bien por no querer aniquilar el aburrimiento con tareas insustanciales. Como el móvil.

Hoy, el smartphone es el pasatiempo infinito al que recurrimos casi por reflejo, con el único propósito de ocupar las horas. ¿Podría estar apagando esa chispa transformadora del aburrimiento? La española Josefa Ros, fundadora de la Sociedad Internacional de Estudios del Aburrimiento, sostiene que nuestros hábitos digitales “dificultan que podamos aprovechar la oportunidad que ofrece el aburrimiento para imaginar el cambio”.

El móvil ofrece un catálogo interminable de posibles escapatorias, algunas significativas para nosotros; otras, simples distracciones vacuas en las que nos sumergimos sin apenas reflexión, por hacer algo. El problema no es usarlo, sino hacerlo sin intención.

Como dice James Danckert, la clave está en elegir nosotros, en lugar de que nos elijan. En ese rectángulo de vidrio y metal cabe de todo: desde ensayos profundos hasta miles de vídeos cortos con gente intentando que una botella caiga de pie. En la esfera digital o fuera de ella, cierta pausa, algo de “tolerancia al dolor” que provoca el tedio, añade Ros, puede hacernos constatar que “la mayoría de posibles escenarios nos llegan como opciones predeterminadas a través de la industria de entretenimiento masivo”.

🔄 El círculo vicioso del escroleo

Las redes sociales llevan el uso inconsciente del móvil a su punto máximo. Escroleamos sin parar, buscando estímulos nuevos, y paradójicamente nos aburrimos más. Un estudio reciente lo confirma: cuanto más buscamos escapar del tedio en TikTok o Instagram, más atrapados quedamos en él.

El filósofo Andreas Elpidorou lo resume con ironía: las grandes plataformas quieren que estemos “ligeramente aburridos, pero no demasiado”, lo justo para que sigamos consumiendo contenido sin parar.

🧘 El valor de no hacer nada

Ese uso semirrobótico de internet nos roba la posibilidad de que el aburrimiento se convierta en algo útil. Elpidorou lo compara con el dolce fare niente, el placer de no hacer nada, que puede abrir espacio para reflexionar y crear. Hoy, en cambio, vivimos entre un bombardeo constante de estímulos y un vacío de implicación real. Hace que no nos sintamos bien y que al mismo tiempo queramos continuar haciendo lo mismo.

🚨 Cuando el escape se vuelve adicción

Este patrón adictivo recuerda a conductas potencialmente nocivas cuando las emprendemos como vía de escape al aburrimiento, sin preguntarnos qué lo provoca realmente y qué podríamos hacer para disolverlo en el largo plazo.

El patrón es claro: usamos el móvil como vía de escape sin preguntarnos qué provoca el aburrimiento. Y lo mismo pasa en el mundo analógico: comer en exceso, comprar sin pensar o consumir sustancias. Todo eso bloquea la introspección que podría ayudarnos a imaginar una vida más plena.

En palabras de Martarelli: “El aburrimiento es una señal neutra que nos indica que algo no nos involucra o no tiene sentido; decidir qué hacer con ello es cosa nuestra”.

(Con información de agencias)

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