Por Lia Rodríguez Reina
Massiel y Melissa comparten el amor por la medicina, un sueño que ambas están camino a cumplir y que consideran lo más importante en sus vidas. Sin embargo, sus frecuencias cardíacas aumentan cuando se trata de la otra pasión que las une: el spinning. Las tardes en el Gimnasio F y 25, las juntan a Héctor, su otro ‘partner’ de pedales.
El spinning, también conocido como ciclo indoor, es un ejercicio aeróbico que se realiza sobre una bicicleta estática y trabaja principalmente el tren inferior del cuerpo. Algunos de sus mayores beneficios son la pérdida de peso, la tonificación de los músculos, el aumento de la resistencia y la ejercitación del sistema cardiovascular.
A punto de arrancar el turno de las 5 pm, están todos sobre sus bicicletas y el entrenador Frank apaga las luces, dejando el cuarto iluminado por un rojo neón.
Frank, quien también es un excelente DJ, aumenta el ritmo del pedaleo según corre el tiempo en el reloj digital del fondo. Apenas transcurrido un cuarto de hora, diez rostros sudados pero sonrientes se reflejan en los espejos de la sala y claman por el aire de los ventiladores, ya que el clima del ambiente se les hace caluroso.
¿Quién dice que dar pedales sin parar por 45 minutos no es divertido? Allí no simplemente se va a hacer cardio, se va a cantar a todo pulmón las canciones del momento.
“El entorno es muy liberador, desconectas completamente del mundo. Me gusta decir que es como un bar sin alcohol: un lugar al que vas a cantar y divertirte sin beber; donde la pasas bien tan solo pedalendo” comenta Melissa Vilarrubia, quien practica spinning desde hace seis años.
En Cuba, esta se ha convertido en una práctica de preferencia para quienes asisten a los gimnasios privados, espacios que actualmente presentan las mejores condiciones para desarrollarla. La creciente popularidad ha propiciado que se celebren incluso maratones de la disciplina, en lugares como el Centro de Spinning GIROS o a nivel interno en los gimnasios.
Quienes lo practican aseguran que lo mejor de pedalear, es hacerlo más allá del objetivo de verse bien: por sus beneficios a la salud física y mental y el sentimiento de grupo que se crea en cada clase.
Massiel Fonseca se enamoró del spinning a los doce, edad desde la cual el ejercicio es una parte primordial de su vida; tanto así que lo compara con el oxígeno, algo sin lo que no podría existir.
Luego de seis años de práctica habitual, a punto de cumplir 20 años confiesa que es una necesidad para ella ir al menos una hora al gimnasio. Ni siquiera encontrarse en medio de los exámenes para vencer su primer año en la carrera de medicina, constituye un freno para su pedaleada diaria.
“En mi caso el principal motivo fue el bienestar físico. En la adolescencia tenía sospecha de síndrome de ovario poliquístico y el desajuste hormonal provocaba, entre otras consecuencias, que aumentara de peso desenfrenadamente”, dice Melissa sobre la razón que la impulsó a ejercitarse.
La recomendación de controlar su peso a través del ejercicio físico, para poder revertir su padecimiento, fue lo que la hizo decidirse por el spinning cuando tenía 17 años. Dos meses después comenzó a notar cambios que la beneficiaron tanto a nivel físico como emocional, pues asegura que esta disciplina redujo también su ansiedad y estrés.
Quizás la facilidad para perder peso sea una de las principales razones por las que esta práctica es tan popular, ya que pueden perderse hasta 700 calorías por sesión. Sin embargo, es considerado un ejercicio de bajo impacto para las articulaciones, por lo que el riesgo de lesiones al practicarlo es menor y está recomendado incluso en personas con artritis.
Más allá de la considerable mejora de la salud cardiovascular, el ciclo indoor reduce los niveles de cortisol, la hormona que se libera en situaciones de estrés y contribuye a una mejor calidad del sueño, al aumentar la producción de melatonina, hormona relacionada con este.
Igualmente los pedales forman parte de la rutina diaria de Héctor Adonis, por un tiempo superior a los diez años. Después de haber probado otros ejercicios se decidió por el spinning, al comprobar que de todas, era la actividad que más lo activaba. Se describe a sí mismo como alguien que le gusta tener arriba los ánimos y eso, en gran medida, se lo proporciona la práctica de este.
Estudió informática y se dedicó luego a la gastronomía. Asegura que la labor de entrenador que desempeña en la actualidad, en el propio gimnasio al que asiste, nunca estuvo en sus planes.
Comenta que la unidad del personal y los clientes, así como las pedaleadas y fiestas que organizan entre todos, son las razones que motivaron su permanencia en el lugar; que describe como un ambiente acogedor.
El vínculo que se crea con los compañeros de entrenamiento, resulta a veces en una amistad como la que tienen Massiel, Héctor y Melissa.
“Sin ellos en el turno la motivación es diferente. El ambiente es lo principal para disfrutarlo y eso me lo da saber que ellos están ahí, que van a cantar o gritar conmigo si yo lo hago”, agrega Massiel.
Por eso no sorprende que cuando uno dice que F y 25 es más que un gimnasio, los otros le respondan eufóricos entre gritos: “¡es una familia!”; eso ha hecho de ellos el spinning.