Con su quinta temporada, la serie que nos enseñó a decir la palabra Demogorgon se prepara para una despedida definitiva.
Hace unos meses, la plataforma comenzó a calentar motores con la publicación del teaser tráiler de la quinta y última entrega.
Los hermanos Duffer confirmaron hace tiempo una decisión que ha dividido a los fans: la historia se cerrará con una trilogía de estrenos que llegará a Netflix el 27 de noviembre, el 26 de diciembre y el 1 de enero, con un gran capítulo final.
La ciudad de Hawkins se despide entre luces navideñas y monstruos del revés.
Esta será la temporada más cara y ambiciosa de cualquier serie producida por Netflix en toda su historia.
La plataforma ha invertido entre 400 y 480 millones de dólares en esta última entrega, sin contar el presupuesto de marketing, superando incluso los 356 millones de Vengadores: Endgame. Este aumento de casi un 900 % respecto a la primera temporada refleja la apuesta de Netflix por ofrecer contenido con calidad cinematográfica y competir con los grandes estrenos de Hollywood.
La inversión se destina a efectos especiales, escenarios, elenco y producción, consolidando a Stranger Things como uno de los pilares de su catálogo. Según el medio estadounidense Puck News, gran parte del presupuesto se debe a los salarios del reparto, que alcanzan hasta 9,5 millones de dólares por actor en esta temporada, aunque no se ha revelado quiénes han llegado a esa cifra.
No es poca cosa para una serie que comenzó como una superproducción a pequeña escala. Los hermanos Duffer, creadores de esta mezcla de ciencia ficción, nostalgia ochentera y escenografías lynchianas, han descrito el rodaje de uno de los nuevos episodios como “el rodaje más logísticamente loco” que han vivido jamás.
Los creadores del Demogorgon han gozado de libertad creativa y de una logística impresionante, a la altura de clásicos como Juego de Tronos, que ya demostraron que la televisión puede ser una experiencia cinematográfica de primer nivel, lo que llevó a muchos a afirmar que “las series también son cine”.
Los niños crecidos
En 2016, una gran cantidad de nuevos suscriptores de Netflix llegaron por Stranger Things. La serie, filmada en Jackson, estaba en todas partes. Ha pasado casi una década desde aquella imagen de Millie Bobby Brown con la cabeza rapada y una caja de gofres: un reclamo inquietante con el que los Duffer atrajeron a un público que no sabía nada de la trama, pero que decidió seguirla hasta el final.
Hoy, el reparto que conquistó al mundo ya no está formado por un grupo de adolescentes de instituto, sino por jóvenes adultos con carreras más allá de la ficción, que se pasean por alfombras rojas y protagonizan campañas de moda.
Que los niños ya no sean tan niños supone, de hecho, uno de los grandes desafíos narrativos de la serie. Como señalan los fans en redes: “el tiempo pasa también en el Upside Down”.
La acción se sitúa esta vez en el otoño de 1987. Hawkins vive bajo cuarentena militar, los famosos portales —que ya forman parte de la jerga popular— siguen abiertos, y Vecna, el enemigo final, ha desaparecido sin dejar rastro.
Once vuelve a esconderse, el Gobierno la busca, y el resto del grupo intenta mantener la normalidad mientras se aproxima el aniversario de la desaparición de Will Byers, el punto de partida de toda la historia.
La amistad infantil, con referencias a clásicos de la época como Los Goonies, se transforma ahora en una lucha adulta contra el miedo y la memoria.
El episodio del 1 de enero supondrá, con toda seguridad,el gran evento del Día de Año Nuevo, que tradicionalmente también supone el final de las vacaciones navideñas.
Stranger Things ha pasado a formar parte de la cultura pop de los últimos diez años.
(Con información de agencias)