marzo 9, 2025
Historias

Espacios para ser jóvenes

Camila tiene 22 años y está en tercer año de la universidad. Como tantos jóvenes de su generación, busca momentos de respiro entre las exigencias académicas y la vorágine de la vida cotidiana. En su tiempo libre, elige el teatro y el cine, dos refugios que le permiten desconectar sin que su bolsillo se resienta demasiado.

“No siempre puedo darme el lujo de ir a una discoteca o a un restaurante. Hasta los lugares estatales han ajustado sus precios y se escapan de mi presupuesto”, dice. Para ella, esas salidas son más que entretenimiento; son una forma de mantener la conexión con el arte y la cultura, un bálsamo en medio del estrés estudiantil.

La situación que enfrenta Camila es representativa de una tendencia más amplia que afecta a muchos jóvenes. A medida que las ofertas recreativas del sector privado han proliferado, también lo han hecho los precios de estos servicios, lo que ha generado un desajuste entre lo que se ofrece y lo que realmente pueden pagar los jóvenes.

Yaliel Cobo Calvo, integrante del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), consciente de esta problemática, asegura que al momento de diseñar actividades recreativas, se tiene muy presente la Estrategia para fortalecer el trabajo de Organización en el presente y futuro de la patria, un documento aprobado en el XII Congreso.

“Las actividades que organiza la UJC se presentan en los grupos de recreación en todos los niveles para que los organismos e instituciones aseguren el desarrollo de las mismas, tanto en las necesidades logísticas, como en los temas de seguridad para nuestros niños, adolescentes y jóvenes”, explica.

A pesar de los esfuerzos de la UJC, jóvenes como Roxana y Yunileisy sienten que las opciones recreativas son limitadas, especialmente para quienes residen en las periferias. “Vivo en Marianao y, honestamente, no hay muchas propuestas del sector estatal para disfrutar. La mayoría son bares privados y centros nocturnos. Aunque, comparado con años anteriores, la oferta ha disminuido considerablemente”, comenta Yunileisy.

Sin embargo, este sentimiento no es aislado; la falta de espacios recreativos accesibles en las comunidades más alejadas se convierte en un obstáculo para el desarrollo social y cultural de la juventud.

Instituciones como el Instituto Nacional de Deporte y Recreación (INDER) están comprometidas en ofrecer a los jóvenes una variedad de actividades físicas y recreativas. Según Eric Gutiérrez Rodríguez, director general de recreación de esta entidad, se organizan festivales deportivos, planes comunitarios, festivales de juegos tradicionales, maratones recreativos y ludotecas en los barrios.

“Las actividades recreativas se planifican especialmente para los fines de semana, y durante eventos especiales como la Semana de la Victoria, el Verano y la Jornada del Triunfo de la Revolución, intensificamos nuestra programación. En estas iniciativas, hacemos uso de diversos materiales recreativos, como balones, pelotas, sogas, vallas, sacos, sancos, juegos de mesa y marcadores, todos elaborados por nuestros profesores del sistema deportivo”, explica Gutiérrez Rodríguez.

Por otro lado, desde la UJC se promueven diversas actividades recreativas que van desde rutas históricas y ascensos a picos y lomas, hasta acampadas, bicicletadas e intervenciones comunitarias, donde la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y la Brigada Integral de Artistas Jóvenes de Matanzas (BIAJM) juegan un papel protagónico. Además, los campamentos de verano, las actividades en plazas y parques, las presentaciones de libros con la Editora Abril y las giras nacionales con agrupaciones populares enriquecen la oferta destinada a los jóvenes.

Sin embargo, a pesar del esfuerzo visible de estas organizaciones por brindar propuestas accesibles y atractivas, surge la pregunta: ¿realmente están satisfaciendo las necesidades de los jóvenes? ¿Son estas actividades realmente atractivas para ellos?

Laura, una joven madre de 23 años, comparte su perspectiva: “De las ofertas del estado, solo asisto a las de la Piragua; a muchas otras ni me entero, o simplemente no son de mi interés. Los establecimientos privados tienen mejores opciones, no solo para los jóvenes, sino también para los niños. Yo tengo una niña, y es muy cómodo asistir a esos lugares por sus condiciones”.

Su testimonio refleja una realidad que muchos jóvenes enfrentan: la búsqueda de actividades que realmente resuenen con sus intereses y necesidades. En un contexto donde las alternativas son cada vez más variadas, la oferta estatal, aunque bien intencionada, puede quedar relegada si no logra conectar con lo que los jóvenes realmente desean. La pregunta persiste: ¿cómo pueden estas iniciativas adaptarse y evolucionar para atraer a una generación en constante cambio?

Roxana, por su parte,  encuentra atractivo el hecho de que las actividades ofrecidas por el sector estatal sean accesibles en términos de precios, especialmente diseñadas para los jóvenes. Sin embargo, para ella el principal inconveniente es la falta de variedad. “Me gustaría que se organizaran más conciertos en espacios públicos, demostraciones de artes marciales, proyecciones de películas en cines o sesiones de video, por solo citar algunos ejemplos”, comenta.

La desconexión entre las ofertas culturales y recreativas del sector estatal y los intereses de los jóvenes se ha convertido en un desafío significativo para estas instituciones y para el país en su conjunto. A menudo, las actividades propuestas no resuenan con los gustos y preferencias de las nuevas generaciones, lo que se traduce en una baja asistencia a eventos que, en teoría, deberían ser atractivos. Esta falta de alineación no solo disminuye la participación juvenil, sino que también plantea un interrogante crucial: ¿cómo pueden las instituciones captar la atención de un público que busca experiencias más dinámicas y diversas?

En este escenario, las instituciones deben replantear sus estrategias y considerar la incorporación de propuestas que se alineen con las tendencias actuales y los intereses de los jóvenes. Esto podría incluir colaboraciones con artistas emergentes, eventos interactivos que fomenten la participación activa, o incluso el uso de plataformas digitales para llegar a un público más amplio.

Por ejemplo, entre las principales dificultades detectadas por la UJC están: la programación de actividades recreativas en los barrios según  gustos, necesidades e intereses de la población, la conjugación de los factores del barrio, las organizaciones políticas y de masas, las instituciones que prestan y aseguran los servicios recreativos y las autoridades del gobierno y el partido para cumplir con calidad la programación de actividades en los barrios y los medios, recursos e instalaciones y espacios disponibles para ofrecer servicios recreativos.

Esta deficiencia en la oferta cultural y recreativa impacta directamente en jóvenes como Camila, Roxana o Yunileisy, quienes buscan disfrutar de opciones que se ajusten a sus posibilidades económicas. Ante la escasez de alternativas adecuadas, muchos de ellos optan por recurrir al sector privado. Aunque este sector suele ofrecer propuestas más costosas, también presenta opciones más atractivas y servicios segmentados que prometen una experiencia más completa y satisfactoria.

Sin embargo, esta tendencia no debe entenderse como un rechazo al sector estatal, sino como una señal de la necesidad urgente de mejorar la oferta cultural pública. Es esencial que las instituciones y organizaciones juveniles trabajen en conjunto para crear un espacio donde las actividades recreativas sean accesibles y relevantes para los jóvenes. Esto implica no solo conocer sus intereses, sino también fomentar su participación activa en la planificación y ejecución de estas actividades.

Solo a través de una colaboración efectiva entre todos los actores involucrados se podrá construir un panorama recreativo que no solo incluya a los jóvenes, sino que también los empodere.

Al fin y al cabo, la cultura debe ser un puente que conecte a las generaciones, no una barrera que las separe. Si se logra crear un espacio donde los jóvenes se sientan representados y escuchados, es probable que estos eventos no solo atraigan a más asistentes, sino que también fortalezcan un sentido de comunidad y pertenencia entre las nuevas generaciones

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