Por: Daryel Hernández
De alguna forma u otra, en la vida cotidiana queda latente la existencia de los dinosaurios como misterio, curiosidad o entretenimiento. Se han convertido en material de estudio y representación no solo explorada por la ciencia, sino por el imaginario artístico.
En el cine también se han generado múltiples historias y fábulas alrededor de estas míticas criaturas, las que son incentivadas por la atracción que sienten los niños por ellos cuando son producciones dirigidas a este público.
El filme Dinosaur (2000), dirigido por Eric Leighton y Ralph Zondag, es un ejemplo de la admiración humana por estas bestias gigantescas. Con una tecnología de animación que simula una aparente realidad, unida a la capacidad de humanizar a los animales entregándole emociones, como suele suceder en la fantasía, esta película retrata —tras un nuevo análisis al margen de su género— una supuesta civilización animal antepuesta a los peligros situacionales y sociales que cubren su trama.
Es que, en Dinosaur, se crea una construcción de los valores como concepto argumental que mueve el atractivo de la cinta, mediado, en el papel antagónico moral y dictatorial, por la naturaleza que dificulta la supervivencia a través de la selección natural y la ley del más fuerte, lo que se hace resaltar principalmente por las criaturas más grandes o con tendencias más agresivas, las cuales disponen e imponen.
Lo dicho se ve reflejado desde el inicio de la película. Dinosaur comienza con la adopción de Aladar (D. B. Sweeney), quien es el único huevo de iguanodonte sobreviviente tras el aplastamiento de su nido por un gigantesco depredador, y una serie de situaciones posteriores que lo llevan a parar a la isla de los curiosos primates. Después de los incidentes, Aladar, ya acogido por una familia de lémures, quienes lo crían según sus costumbres y valores, resulta en un buen dinosaurio defensor de los desamparados.
El conflicto principal de este filme se descubre cuando la familia tiene que abandonar su isla paradisíaca debido a la caída de una lluvia de meteoritos apocalípticos que terminan devastando su asentamiento. Ya en tierra firme, deben trasladarse con una variopinta manada de dinosaurios, en busca de un nuevo hogar donde recomenzar.
A partir de aquí, comienza la odisea de dicha familia y de Aladar, en particular, que rodeado de circunstancias ajenas a su paradisíaco mundo anterior, conoce el amor, el odio, la decepción por ser diferente, el refugio familiar (núcleo temático del filme) y, además, su propósito en el mundo: la protección de los más desprovistos.
Aladar, devenido héroe de un pequeño rebaño de lémures y dinosaurios ancianos, hambrientos y cansados, prueba su capacidad para adaptarse y oponerse a un supuesto orden errado, con tal de salvar la situación en la que terminan estos miembros bajo su ala protectora.
Al tomar consciencia de su rol, Aladar se antepone a cada mal que puede evitar, declarándose aquí una reinvención sutil de la historia de Moisés, el príncipe de Egipto (Hechos, Antiguo Testamento).
La fórmula de Dinosaur es simple, puesto que está enfocada para un público infantil, mas no se abstiene de mostrar temas acerca de la falta de moralidad o la corrupción política. Esto representado por los que ostentan el poder sobre la manada en el filme, quienes tienen que afrontar una crisis cercana a la muerte para entender los errores que solo afectan a los rezagados; tienen que convertirse en uno de ellos para sentirse identificados.
Lo planteado decae en el otro tratamiento social que toma partido en la cinta: el retrato de la vejez como ese componente de la sociedad que esta dado al olvido y no tiene posibilidad de salvación.
En Dinosaur, definitivamente, los ancianos son dejados en manos de los peligros que acechan a este mundo prehistórico, específicamente, al depredador natural de esta etapa hace 65 mil millones de años, el carnotaurio, quien en su carrera por saciar su hambre termina ahuyentando a los dinosaurios a su alrededor o aniquilando todo a su paso.
Al parecer los viejos carecen de importancia para el desarrollo antagónico, pero a partir de ellos y la construcción de su papel en la fábula, la película alcanza una especial sensibilidad argumental.
Tópicos similares se ven reflejados epidérmicamente en la historia, los que juegan con la comprensión de los niños y a la vez, forman parte de una adecuada recreación de la vida en sociedad y los males que pueden darse bajo una mala administración civilizada, hecha quizás para un ojo adulto.
El mundo cambiante y hostil de Dinosaur sirve para desarrollar estos ejercicios detrás de la cortina de una trama infantil, en la que la adaptabilidad y la evolución forzada desde la unión familiar y los buenos valores son elementos importantes para sobrevivir.
La película es emocionante, divierte por su ejecución de animación en 3D para la pantalla grande, con una apariencia tecnologizada, y se enfoca en traducir mecanismos indispensables de toda sociedad para los más pequeños de casa, lo que la convierte en un largometraje que hay que revisitar.
Con este objetivo dicho filme será presentado en el ciclo “Gigantes Milenarios”, el cual tiene su espacio este fin de semana 2 y 3 de septiembre en el cine Riviera, en su horario habitual de la 1:00 p.m.
(Tomado de La Jiribilla)