A Brayan Álvarez nunca le interesó otro instrumento que no fuera el piano. Con sus manos hace magia y pone a bailar al más exigente de los públicos. “El piano me cautivó desde pequeño. En las boletas de la escuela de música había que poner varias opciones según las capacidades técnicas y las aptitudes físicas. En mi lista de opciones solo estaba ese instrumento”, comenta el actual director de la orquesta Adalberto Álvarez y su Son en entrevista a Cuba Joven.
Brayan proviene de una familia musical, desde sus abuelos, tíos, su padre y sus hermanos. Sentía la música como si fuera parte de su ADN. “Justo por eso me decidí por esta profesión. Desde pequeño veía a todos a mi alrededor disfrutar de la música y siempre, incluso sin tenerlo consciente, supe que quería seguir esa tradición. Nadie me lo impuso, fue una decisión personal”.
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Cuando Adalberto Álvarez y su Son llega al escenario, el público puede imaginar lo que viene después. Desde el primer acorde las piernas comienzan a moverse y en menos de cinco minutos todo el cuerpo obedece al llamado de la música. “A Bayamo en Coche”, “Para bailar casino”, “A bailar el toca toca” y “Qué tú quieres que te den” son algunas de esas canciones que el público corea como si fuesen himnos.
En el fondo del escenario está Brayan Álvarez y su piano fusionados como uno. El joven se mueve al compás de la propia música que toca, y no se sabe a ciencia cierta si es experto en el baile o si solo se deja llevar. Es que cuando tocan agrupaciones del calibre de la de Adalberto…, quien está a merced de los ritmos cubanos se vuelve esclavo de lo que escucha.
—¿Qué significó para Brayan Álvarez trabajar en la orquesta de su padre cuando egresa del sistema de enseñanza artística?
“Trabajar con él desde el punto de vista profesional es de las cosas más bonitas que me han pasado en la vida. Cuando estás dentro de la orquesta y tienes que hacer música junto a él, te das cuenta de que convivías con un genio. Veía su mundo desde fuera, como mi papá, pero trabajar con él hizo que tuviera una dimensión exacta de lo grande que fue y será dentro de la música cubana”.
En los hombros de Brayan Álvarez, un joven pianista de 23 años, recae el peso de una de las agrupaciones más importantes del panorama sonoro de la mayor de las Antillas. “Es un reto bien grande seguir con su legado, su historia, además, por ser la orquesta que es y por tener, junto a otras, la bandera de la música cubana como estandarte. Es un legado que hay que mantener y lo asumo con mucha responsabilidad y orgullo de que él haya querido que lo relevara en la dirección de Adalberto Álvarez y su Son”.
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Dicen que hijo de gato caza ratón, y quizás por eso, entre la música clásica y popular, Brayan prefiere hacer bailar a los demás. “Valoro mucho la clásica, el jazz, la música brasileña y consumo diversos géneros, pero lo que más me gusta es la música popular cubana”.
Si indagas en los retos que tiene actualmente la orquesta, el pianista refiere que la premisa es no perder la identidad y el respeto hacia el público y el bailador. “Por supuesto, mantener el cuidado con las letras de los temas, aunque podamos evolucionar, cambiar un poco el mensaje, con muchísimo cuidado, para llegar a los jóvenes, pero siempre desde el respeto. Lo que hacemos es música popular, para el pueblo, para el bailador y se supone que es para pasarla bien y que la gente se divierta con lo que hacemos y lo goce, pero siempre manteniendo la esencia”.
En este sentido, Brayan afirma que la orquesta nunca perderá el sello que le impregnó Adalberto, “que es lo que ha hecho trascender durante tantos años”, aunque, es inevitable que en este corto tiempo en la dirección le haya agregado algún toque personal.
“Es normal que cuando alguien está dirigiendo le pone su punto de vista. Pienso que mi papá así lo quisiera también, pero siempre sobre la idea las cosas que me pueden gustar a mí aporten algo positivo, nunca lo contrario”, explica.
Brayan Álvarez disfruta cuando ve bailar al público, cuando la pasan bien, piden otra canción y luego lo agradecen con sus aplausos. Esa es la mayor dicha para un músico.
“La clave de que la orquesta se haya mantenido en la preferencia de público se debe a la capacidad de evolución y a la visión de mi papá de saber por donde se imovía la música cubana. Siempre fue una persona que iba adelante en los tiempos, desde su otra orquesta Son 14. Escuchas los principios de Adalberto Álvarez y su Son y te das cuenta de que siempre iba un poquito más adelante. Ahora mi tarea es que nunca nos quedemos atrás, seguir haciendo son, defendiéndolo, pero los tiempos cambian, surgen nuevos esquemas y formas de hacer la música. Hay que adecuarse a eso para que lo que hacemos nunca muera y buscar nuevos aportes que puedan seguir nutriendo a la agrupación”.
“El piano es mi casa y su zona de confort”, responde si le preguntas por su instrumento. “Cuando toco no pienso, solamente me dejo llevar y disfruto lo que estoy haciendo”.
Brayan Álvarez lo está haciendo bien. La orquesta, que sale al escenario y pide pa’ ti, lo mismo que tu pa’ ellos, mantiene su esencia y pone a bailar hasta al público más exigente. ¿Qué tú quieres que te den?, música por muchos años.