noviembre 22, 2024
Historias

Mascolive, la clínica veterinaria que soñó el doctor César

Son casi las doce del  mediodía y el sol azota como si fuera agosto, aunque ya estamos en los primeros días de octubre. El chófer del moskovitch gris, que anda con prisa, le pregunta al muchacho que habla con su móvil de un lado a yo de la calle,  “dónde queda la clínica veterinaria”.  “Aquí mismo”, responde el joven que coincidente era el dueño de la perrita que estaba en una de las camillas de la veterinaria.

Del carro bajan Tania y Alexis con Manolo en sus brazos. Manolo es un perro blanco, se pudiera decir que grande, quizás en sus buenos tiempos fue un animal fornido y atlético, aunque ahora es solo un animalito asustado al que se le marcan desde los huesos de la columna hasta cada una de las costillas que componen su perruna anatomía.

“Llegó a la puerta de mi negocio. Yo le puse una cajita para acomodarlo. Intentamos que comiera, hasta le dimos el agua con una jeringuilla y nada. Por eso creímos que era mejor traerlo”,  así le cuenta Tania a Jorgito uno de los veterinarios encargados de atender a Manolo en Macolive, la primera mipyme para la atención veterinaria dedicada a animales afectivos aprobada en Cuba.

Ser los primeros tiene su swing, su sello, pero también significa romper muchos muros. No ha sido nada fácil para el doctor César, su fundador y director, establecer este negocio. Antes de que Mascolive fuera aprobada como mipyme, César había tenido que empezar desde cero en seis ocasiones. Algunas veces fue la falta de un lugar propio, estar arrendado espacios para establecer sus consultas, la visita de inspectores, el ambiente del lugar, en fin, circunstancias que hicieron difícil los inicios.

“Cada vez que establecía el negocio y comenzaba a ganar clientes, tenía que cerrar y empezar de cero en otra parte. Era muy duro y además siempre estaba el temor de no tener el respaldo legal”.

Aun siendo graduado de médico veterinario con años de experiencia como docente en la Universidad Agraria de La Habana «Fructuoso Rodríguez Pérez», el doctor César Alejandro Espinosa Ruiz no había podido lograr su sueño de abrir de manera legal su propia clínica veterinaria.

Durante años, en Cuba, se ejercía la medicina veterinaria como un trabajo subterráneo, y muchos profesionales ofrecían un servicio asistencial con una licencia de otro tipo o sin ninguna de ellas. Algunos se acogieron a la modalidad de peluquería y estética animal u otra licencia afín.

Pero al publicarse en la Gaceta Oficial, a finales de enero del 2021, el Decreto 20, “Contravenciones de la Medicina Veterinaria”, que prohibía ejercer esa profesión en el sector no estatal se le dio notoriedad al carácter ilegal del servicio.

Este decreto causó numerosas insatisfacciones tanto en tutores animales, animalistas y por supuesto entre los médicos veterinarios. César confiesa que al enterarse de la noticia no se preocupó mucho. “Sabía que debían cambiar ese decreto, sino estarían privando a muchos animales de atención especializada y hubiera sido un desastre para nosotros como profesionales”

El 9 de febrero del mismo 2021, la confianza de César no cayó en saco roto. El vice primer ministro y titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, informó en la Mesa Redonda, que habría una excepción. Sí se autorizaba el trabajo de veterinarios por cuenta propia, siempre que sea para animales afectivos y de compañía.

“Tenía claro que este era mi sueño e iba a realizar en cualquier parte del mundo. Decidí irme del país porque aquí no lo podía hacer, pero entonces aprobaron el ejercicio de la medicina veterinaria para animales afectivos de manera legal y entonces le dije a mi esposa, nos quedamos y abrimos el negocio”, rememora.

Indira no es sola la esposa de César, es su ayudante, su cómplice, la que lo enamoró desde que ambos era estudiantes de veterinaria, aunque ya no recuerdan bien el mes en el que empezaron a salir de manera formal, si ha estado a su lado para ayudarlo a cumplir su sueño.

Ella no es la única que está desde el inicio en este proyecto junto a César. “Un buen amigo mío, Pavel, que es económico, también fue de mucha ayuda. Con él fue que ideamos el nombre. Fue en medio de la cuarentena de la covid-19. Me estaba volviendo loco, entonces para ocupar el tiempo, empecé a responder las dudas de las personas por las redes sociales”.

Todo aquellos era una locura, atender a distancia es casi imposible, pero una foto por aquí, un posible diagnóstico por allá, viejos clientes llamando ante cualquier problema con sus mascotas lo hacían sentirse útil.

Pavel pensó que debía hacer algo más formal. “Fue entonces que abrimos un grupo de Telegram que llegó a tener 600 participantes. Sumamos amigos y seguimos contestando las dudas de las personas”

Eso necesitaba un nombre.César confiesa que no consideraba tan importante lo de nombrar al grupo o crear una imagen, pero su amigo tenían otra visión del asunto.

Probaron varios nombres, luego los buscaron por internet y descartaron todos los que estaban siendo utilizados. Al final terminaron desechando ocho de los que idearon y que quedaron con Mascolive. Así comenzó a llamarse aquel grupo para ayudar y asesorar a los tutores de los animales y así entonces también Cesar decidió llamar a su clínica. “Yo me quedé con el 50% de los derechos de Pavel de la marca”,  bromea el doctor.

***

Son 11 los jóvenes que componen el equipo de Masolive, entre médicos veterinarios y técnicos. Desde Melody que solo tiene 19 años y está cumpliendo su servicio social en la clínica, hasta el doctor Jorge que ronda los 29.

Comenzaron abriendo a las cinco hasta las ocho de la noche porque no tenían mucha clientela. “Atendíamos revisiones generales, consultas, desparasitaciones, vacunaciones, cosas básicas. Solo yo e Indira asistiéndome. Luego una amiga me dijo que quería sumarse y trabajar los fines de semana. Tuvimos que extender el horario de los días entre semana, porque estábamos terminando a las 10 de la noche”.

Empezaron a  abrir a las tres y al mes ya estaban igualmente terminando tardísimo, porque no daban a vasto con tantos pacientes. Fue cuando llego el doctor Jorge, a asumir los turnos de la mañana. Otro grupo de jóvenes recién graduados de la universidad, ávidos de trabajar, de aprender y de emprender, también se sumaron al proyecto y son los encargados de cubrir las guardias nocturnas. Casualmente esta semana Mascolive estrenó su servicio 24 horas.

Análisis de sangre, hemograma, bioquímica de sangre, citología, ultrasonido, exudado son algunos de los servicios que ya pueden brindar a sus clientes. Con equipos de uso, con convenios con terceros como Cenpalab, pero siempre innovando para brindar al mejor atención posible a las mascotas.

Sabemos que el servicio que brindamos no es el más barato de La Habana, pero depende de muchos factores que inciden sobre los precios, entre ellos el costo de los medicamentos, los insumos y los salarios de los trabajadores”, precisó Cesar.

Aun así los veterinarios de esta mipyme intentan salvar a los animales que lleguen a sus puertas siempre que sea posible. “Brindamos facilidades de pagos para los clientes que lo necesiten o casos graves en forma de créditos. Además de un descuento del 15% para animales que fueron rescatados de las calles”.

Proyectos a futuro, retos y sueños, muchísimos con los que se pudiera rellenar varias cuartillas. Un salón de operaciones, equipos para monitorear los signos vitales de los animales, gimnasio para rehabilitación, poder adquirir medicamentos cubanos para abaratar los costos y así los precios.

César sueña y sueña en grande. Su clínica convertida en un hospital veterinario. Los planos de su proyecto son un hálito esperanzador para todos los que creen fielmente en la importancia de brindar atención de calidad a sus mascotas.

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1 Comentario

  • Rose enero 2, 2023

    He ido varias veces a la clínica, con diferentes animalitos que se han rescatado, y se siente muy bien la atención, la preparación y el humanismo de estos bellos profesionales. Ojalá sigan creciendo y que otros tomen su ejemplo. Felicidades al Dr. César y a su lindo equipo.

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