septiembre 19, 2024
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Héctor y la Química, otra vez

Por: Esther De la Cruz Castillejo

No es la primera vez que el joven Héctor Manuel Domínguez Pérez llega a las páginas de 26. En más de una ocasión sus lauros le han dejado méritos al instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas (Ipvce) Luis Urquiza Jorge.

Es locuaz, directo y tiene el don de la palabra suave y atinada, propia de quienes saben que está en la ciencia el rumbo atrevido de su vida. Eso lo confirmamos, de nuevo, en cuanto pactó con la prensa para intercambiar de la medalla de bronce que acaba de obtener en la Olimpíada Internacional de Química, celebrada en Arabia Saudita.

Y aunque no es la primera vez que un estudiante de este centro es reconocido en un evento de tal naturaleza, sí es el de Héctor el resultado que iguala el mejor alcanzado hasta la fecha por el Ipvce tunero en estas lides.

La delegación cubana en la cita también estuvo integrada por el estudiante Mario Pérez Brito (Ipvce Eusebio Olivera, Sancti Spíritus), quien se alzó con una Mención Honorífica. Ambos muchachos, que se sintieron más cómodos en el examen teórico que en el práctico, son de la avanzada en el aliento futuro de la ciencia cubana.

“El viaje hasta allá fue muy agotador y llegamos en plena madrugada”, acota Héctor. Y desde el acto de apertura de la cita tuvimos que entregar todos los teléfonos, las tabletas, computadoras y hasta los teléfonos inteligentes, cualquier dispositivo tecnológico quedó fuera.

“Tuvimos luego un día de descanso antes del examen práctico; lo dividieron en dos partes con un receso de 30 minutos entre ellos. El teórico, que fue dos días después, tuvo nueve preguntas y cinco horas de trabajo”.

Héctor, quien ya concluyó el duodécimo grado, afirma que “hay que saber estudiar”, y cuando eso sucede, la preparación académica se divide a un 50 por ciento.

“Hay un momento en el que ya no necesitas tanto que un profesor te enseñe, sino que te guíe. Si tienes a alguien que te oriente y sabes instruirte por tu cuenta, el resultado sale. Es la mitad del estudiante y la otra del profesor”.

El muchacho afirma que ahora “se siente un poco raro” al saber que se trasformarán tanto sus rutinas. Ya no asistirá a los concursos de conocimientos de Química y tampoco vestirá de azul y blanco, con el monograma en el bolsillo de la camisa.

“Voy a estudiar Licenciatura en Química en la Universidad de La Habana. No tengo muy claro cómo será el proceso, pero sí pretendo vincularme a alguna entidad científica mientras estudie. Sé que ese es mi camino y también que son muchas las posibilidades que la especialidad me da para seguir aprendiendo y desarrollando habilidades dentro de la ciencia”.

Su determinación es clara, y con ella y el talento que cultiva cada día, con esfuerzo y horas de estudio, este muchacho tunero puede conquistar al mundo, sin dudas; y ser, además, útil a Cuba y su porvenir.

(Tomado de periódico 26)

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