Por: Rubén Rodríguez González
Yass Beltrán pone algo de sí a cada personaje: al joven oficial de Tras la huella, a sus rebeldes encarnaciones juveniles en telenovelas y otros dramatizados televisivos, al empático rol que interpreta en la recién comenzada novela cubana El derecho de soñar, cuya carga de vitalidad, ternura y optimismo contrasta con las complejidades de su pareja en pantalla: la “Daniela” de Jessica Aguiar.
Sobre ese tema versa la primera respuesta del carismático joven egresado del Instituto Superior de Arte a la entrevista de Ahora.
“Yeca (Jessica) es mi hermana y amiga, mi partner. En común con el personaje de Yasmany existe mucho y eso significa el corazón. Sencillamente, me dejé llevar por el guion y lo demás fue aprender y disfrutar del proceso.
No es tu primera telenovela, ¿qué experiencia te deja El derecho de soñar?
―Hace rato me debía trabajar con Alberto Luberta (hijo). Fue el primer director con quien hice TV y crecí escuchando los programas de su padre. Soy del campo y allí la radio es un baluarte. Siento que es mi homenaje y mi aporte al agradecimiento a tan grande artista, el creador de Alegrías de sobremesa.
¿Qué pueden esperar los televidentes sobre su personaje en los próximos capítulos?
―Conflictos bien duros. No puedo adelantar nada.
¿Y Asuntos pendientes?
―Asuntos pendientes marca una etapa de madurez en mi carrera. Felo Ruiz me confió un personaje hermoso, que me devolvió el respeto del público televidente, que ama el espacio de la telenovela cubana. Estoy muy agradecido, pues fue mi primer trabajo postpandemia.
¿Cómo recuerdas a tus personajes en Más allá del límite y El rostro de los días?
―Son mis dos primeras novelas. Personalmente, amo lo que hago y soy muy autocrítico. Esos personajes marcan la evolución de mi carrera, lo que me permitió darme a conocer y aprender un lenguaje nuevo. Es el comienzo en el espacio de la telenovela para mí y lo recuerdo con mucha alegría.
Haber actuado en varias telenovelas te da autoridad para hacer un diagnóstico del género en Cuba, ¿qué opinas al respecto?
―Soy realista. No soy crítico, esa no es mi especialidad. En ocasiones, soy público y espectador, por lo que sí puedo, como público, emitir un criterio. En los últimos años, el espacio de la telenovela ha vuelto a captar la atención del público, cosa que se había perdido. Es digno felicitar a directores, equipos de realización y actores, por la misión que les ha tocado. Desde hace un tiempo, la novela cubana compite con la extranjera en teleaudiencia y eso merece un aplauso.
Sin embargo, preferías el canto y el baile…
―Me gusta mucho bailar y cantar, pero descubrí una profesión que permite hacer las dos cosas. Hoy, solo sé que disfruto regalarle un buen momento al público y en eso me empeño día a día.
Declaraste que allí de donde vienes desempeñar oficios no convencionales está mal visto, ¿cómo lo lograste entonces?
―Sencillamente, no soy muy convencional, al parecer. Traté de pensar diferente, de cumplir un sueño, de no detenerme hasta lograrlo y obviar lo que era convencionalmente correcto.
¿Cómo construyes un personaje?
―No soy de los actores que piensa que el actor construye el personaje. El personaje lo construye, en mi modesta opinión, el guionista; es quien lo concibe. Ahora bien, el actor le da la forma a ese contenido. Yo le pongo el alma, trato de hacer mío sinceramente eso que escribió otra persona y, a partir de ahí, trato de pensar como el personaje y busco particularidades que lo hagan diferente de otros roles.
¿Quiénes son tus maestros?
―Nelson Acevedo Barreras, Luis Álvarez Álvarez, Olga García Yero, Fernando Hechavarría. Nora Hamze, Ariel Bouza, Lizette Silverio… La vida.
¿Tus paradigmas dentro del mundo de la actuación?
―Denzel Washington, porque no solo es artista, sino buen ser humano, que vale más.
Es el cine un camino empezado, ¿cómo ves el logro de ese sueño?
―Mi sueño es actuar, ser feliz y sentirme realizado. No he consolidado una carrera en el cine, pero ya conozco el lenguaje y estoy actuando en televisión. Siendo feliz, lo demás llegará.
¿Cómo ha influido la suerte, o el azar, en el logro de tus metas?
―No creo en la suerte ni en el azar, ni en las casualidades, ni siquiera en el talento. Creo en el esfuerzo, el sacrificio, la dedicación, en fallar y aprender del error, en no darme por vencido nunca. Conozco a mucha gente talentosa que está esperando a que le llegue la suerte.
¿Es la comedia una asignatura pendiente?
―He hecho comedia; de hecho, me considero una persona graciosa, aunque no lo parezca.
¿Cuánto te aporta o te limita tu personaje en Tras la huella?
―Tras la huella marca un antes y un después en mi carrera. Empecé dando tumbos, tirando piedras, los guiones no me favorecían y la crítica me llevaba contra la pared, pero el tiempo va demostrando, poco a poco, que uno evoluciona. Hoy, el personaje de Michel es uno de los que más gusta en la serie. Mientras más posibilidades me den, el resultado será mejor. Tras la huella nunca me ha limitado; al contrario, me obliga a desdoblarme. Estando el programa al aire, presenté Talla joven y salgo en dos novelas, de manera consecutiva, con personajes protagónicos. Tras la huella me obliga a esforzarme más para que un personaje no se parezca a otro, y ellos apoyan que nosotros tengamos trabajo fuera del serial policíaco.
¿Proyectos, planes, metas por conseguir en lo profesional?
―Me siento realizado y feliz con lo alcanzado. Profesionalmente, quiero seguir superándome. Las metas las tengo claras y quiero luchar para alcanzarlas.
¿Y en lo personal?
―Dedicarle tiempo a mi hijo y verlo crecer como una persona de bien.
Nos ponemos serios: ¿misión del arte y los artistas?
―Educar, alegrar vidas, regalar sensaciones positivas y mensajes de buena voluntad. Ayudar a que las personas sean mejores y que nuestra sociedad sea mejor, con cada mensaje que brindamos desde nuestros trabajos.
Ayúdame a entender tus primeras vocaciones: piloto, deportista, artista…
―Todos los niños tienen esas vocaciones. Era hiperactivo y esas profesiones me fascinaban pues no son convencionales.
¿Por qué prefieres la TV y el cine, al teatro?
―Mi respeto a los actores en general, pero los teatristas merecen doble respeto. El teatro es bien sacrificado, lleva mucho esfuerzo y tiempo, no hay cabida para el error. Prefiero el cine y la televisión porque me hacen menos daño emocional. El teatro es tan visceral que te pasa factura y tienes que vivir para él, no de él. Cada quien se traza un plan, yo hago teatro, pero no es el centro de mi vida profesional. Lo respeto mucho.
Fitness y redes sociales, ¿qué lugar ocupan en tu vida?
―Las redes y el mundo fitness son parte de mi trabajo, de mi día a día, de lo que soy. En el gym, me doy mi terapia. Increíblemente, ahí estoy a solas conmigo mismo y me relajo, aunque suene raro. Las redes me acercan a aquellas personas que gustan de mi trabajo y me valoran como ser social, como el padre, el hijo, el esposo, como el humano que no nació artista.
Nacido en Guantánamo, criado en Ciego de Ávila, estudiante en Camagüey, residente en La Habana, ¿de dónde es Yass Beltrán?
―Yo soy un poquito de cada lugar que ayudó a mi formación. Soy cubano.
Por último, si tuvieras que definir con una palabra: actuar…
―Ser.
Tu hijo…
―Todo.
Cuba…
―Madre.
(Tomado de Ahora)